Clarín

Palermo: otro ataque a tiros con el sello de la mafia china

Un hombre llegó en moto hasta un supermerca­do. Sin sacarse el casco, se bajó y le disparó al comerciant­e dentro del local. Luego huyó sin robar nada. La víctima terminó internada.

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Para abrir el supermerca­do les exigen un promedio de 50.000 dólares anuales. Después, una cuota que llega hasta los 100.000 pesos mensuales. No pagar puede traer consecuenc­ias terribles como el asesinato de un empleado, un familiar o del propio dueño. La “mafia china” no les da respiro a sus propios compatriot­as en la Argentina y el miércoles se cobró la primera víctima del año, con un comerciant­e herido de bala por un hombre que se bajó de una moto y escapó a toda velocidad sin robar ni decir nada.

Fuentes policiales contaron que el último episodio violento que se le atribuye a la denominada “mafia china” ocurrió en el supermerca­do Wang Guiying, ubicado en Uriarte 2243, en el barrio porteño de Palermo, al lado del jardín de infantes “Alfredo Palacios”.

Sucedió el miércoles, pasadas las 21, cuando un hombre de mediana estatura y vestido con una bermuda llegó al lugar en una moto negra. Sin sacarse el casco, le apuntó con una pistola al comerciant­e chino Wang Weng Wu, de 26 años, conocido aquí en el país con su nombre argentino “Julio”, al que le disparó sin mediar ningún diálogo entre ellos, adentro del local.

Luego del ataque, el sicario se fue sin robar nada y escapó en la misma moto que había llegado. Ayer a la tarde, Clarín habló con allegados al comerciant­e, pero respondier­on de la misma manera a la que suelen referirse en este tipo de episodios, aunque en un lenguaje argentiniz­ado: “No queremos tener quilombos, por favor, no pregunten ni saquen fotos”.

El comerciant­e fue trasladado al Hospital Fernández. Presentaba una herida de bala con orificio de entrada en el brazo izquierdo y de salida en la ingle. El caso está siendo investigad­o por la comisaría 23° de la Policía Federal y la Fiscalía Nacional de Instrucció­n N° 22, a cargo de Eduardo Cubría. Hasta anoche no habían ningún detenido.

El último ataque con el sello de la “mafia china” en la ciudad de Buenos Aires había ocurrido el 16 de diciembre pasado, cuando un joven de 29 años, dueño de un supermerca­do, fue asesinado a sangre fría en un bar de Entre Ríos al 600, en Montserrat. Estaba tomando un café en la vereda con un empleado, también chino. Hasta que un sicario bajó de un auto y los baleó a quemarropa. El comerciant­e murió allí mismo, desangrado. En tanto, su acompañant­e terminó gravemente herido, de dos balazos, y perdió la vida poco más tarde.

Y el 31 de agosto, Lin Zhi, un indocument­ado de 30 años, fue ejecutado de un tiro en la sien en la puerta del supermerca­do que estaba por abrir, en la calle Ensenada al 400, en Floresta. A principios de agosto había sido visitado por la “mafia china”. El comerciant­e pagó una coima el 22 del mismo mes. Igual lo asesinaron. Al parecer no juntó la suma que le pidieron.

Casi todos los homicidios de esta organizaci­ón criminal quedan impunes. Según fuentes policiales, uno de los motivos es que los familiares de las víctimas optan por el silencio y no les aportan datos a los investigad­ores ni quieren colaborar.

Otro de los problemas con los que se topan los investigad­ores es el idioma: hablan en chino mandarín o en fujianés, el dialecto de la provincia de Fujian, de donde proviene el 80 por ciento de los chinos que están en el país.

Hasta hace unos años, los sicarios que usaba la “mafia china” eran de su misma nacionalid­ad. No confiaban en nadie. Pero en los últimos ataques que quedaron registrado­s en las cámaras de seguridad de los supermerca­dos aparecen asesinos con rasgos occidental­es y se cree que la mayoría serían peruanos.

De acuerdo a los investigad­ores, por un ataque intimidato­rio contra un comerciant­e chino los sicarios pueden cobrar hasta unos 3.000 pesos. Pero si todo termina en muerte, la paga llega hasta los 10.000 pesos.

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MARIO SAYES Pericias. La Policía Federal, el miércoles a la noche, en la puerta del supermerca­do donde ocurrió el ataque, en Uriarte 2243.

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