Clarín

Esta noche, a las 22, en Telefe se conocerá al ganador de “MasterChef junior”.

Esta noche, por Telefe, será la final entre Uziel y Sebastián. Su conductor, Mariano Peluffo, habla del objetivo del ciclo.

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Son apenas niños, pero cocinan como los dioses. Se desenvuelv­en en la cocina con una soltura que más de un adulto quisiera tener a la hora de preparar, aunque sea, un plato de fideos. Por eso, son los finalistas de la segunda edición de MasterChef junior, hoy a las 22, por Telefe.

Con la conducción de Mariano Peluffo, el exigente jurado formado por los especialis­tas Donato de Santis, Germán Martitegui y Christophe Krywonis definirá un nuevo ganador.

Los jovencísim­os chefs que aspiran al premio son Uziel (13 años) y Sebastián (de 10), que, para llevarse todos los laureles, deberán preparar un menú completo: entrada, plato principal y postre. El que conquiste el paladar de los jurados se convertirá en triunfador y nuevo “MasterChef junior”.

“Uno de los grandes logros del programa es que ya se instaló en- tre el público. Todo el mundo sabe quiénes son los jurados y en qué consiste la dinámica”, dice Mariano Peluffo.

El conductor, que también está al frente de la versión adulta del ciclo, marca las diferencia­s. “Nosotros buscamos que, en el formato de los niños, haya más diversión y sea didáctico. Pero los chicos son más autoexigen­tes que los grandes. Al jurado y a mí nos sale más la veta de padres y abuelos para contenerlo­s. Ellos son solidarios entre sí, pero se imponen presión hacia ellos mismos... No son tan competitiv­os con los otros chicos”.

A lo largo de las dos temporadas del ciclo, tanto los cocineros profesiona­les como el conductor se sorprendie­ron con los platos que elaboraron los pequeños aspirantes a maestros de cocina.

“Los chicos suelen ser más desestruct­urados que los adultos a la hora de inventar recetas y animarse a combinar productos”, explica Peluffo. “El resultado es mucho más lúdico, algo que en la cocina es fundamenta­l”, entiende.

El conductor, que admite no haberse privado de probar ninguno de los platos preparados en el concurso, asegura que todos los parti- cipantes tuvieron talento culinario. Y se sorprendió tanto del manejo de las técnicas que los pequeños participan­tes pusieron en práctica en la cocina como de la organizaci­ón desplegada, fundamenta­l a la hora de armar un menú y no naufragar en el intento.

Gracias al buen recibimien­to del formato por parte del público (tiene versiones en muchos países) se puede, además, difundir los buenos hábitos alimentici­os y la cultura gastronómi­ca.

“Ojalá que, a partir del programa, más chicos se copen con aprender a cocinar y a comer mejor”, dice Peluffo. “Venimos de una generación en la que predomina el fast food y la comida instantáne­a y estaría bueno recuperar, no sólo los hábitos más saludables, sino el ritual que im- plica preparar un plato y sentarse a comer. La gastronomí­a es parte de la cultura y también es algo a ejercitar”.

Esta noche, Uziel y Sebastián, los dos los pequeños cocineros, com- petirán por consagrars­e como verdaderos maestros de la cocina con el título de Master Chef. El premio consiste en un viaje a Disney, una beca en la escuela de cocina Mausi Sebess y el trofeo, claro.

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Sebastián versus Uziel. Una final que tendrá mucho de diversión.

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