Clarín

Sin recursos para encontrar a los sicarios

- Nicolás Wiñazki

Argentina: todo pasa, o puede pasar. La búsqueda del trío de prófugos de General Alvear, asesinos condenados a cadena perpetua, es aún más compleja de lo que ya de por sí sería debido a una serie de infortunio­s, azarosos o no, que aquejaron a los investigad­ores desde el primer día en el que empezó la pesquisa.

Esa concatenac­ión de desventura­s, sumadas a las complicida­des de integrante­s de las fuerzas de seguridad provincial­es y nacionales con los fugados, conforman, sumados, un listado de dramas que sufren buena parte de los ciudadanos argentinos, pero que ocurren también en los más altos niveles de la política nacional: cortes de luz en oficinas clave; fallas en el servicio de internet en organismos públicos estratégic­os, y al mismo tiempo quebrados; cámaras callejeras municipale­s que no funcionaba­n; áreas de investigac­ión que en las que la policía sufre, como en gran parte del país, por defectos insoportab­les en la señal de los celulares; y hasta falta de coordinaci­ón entre fuerzas de seguridad e inteligenc­ia, que terminaron siendo funcionale­s a los delincuent­es más buscados del país.

Sobre este último punto pueden haber existido errores humanos, internas políticas, pero también acciones generadas adrede por agentes infiltrado­s en este trama por el crimen organizado, admitieron a Clarín fuentes del Caso “Prófugos”.

La fiscalía que investiga la trama de la causa enfocada en la fuga misma de la cárcel de General Alvear, al mando de Cristian Citterio, ubicada en la ciudad de Azul, se quedó sin luz varias veces en los últimos doce días. Muchos de esos apagones ocurrieron en medio de vorágines laborales que tenían que ver justamente con la búsqueda de los hermanos Martín y Cristian Lanatta, y Víctor Schillaci.

Este problema, estructura­l a nivel nacional, afectó a otros entes cruciales de esta misma investi- gación, como el Ministerio de Seguridad bonaerense, de Cristian Ritondo.

Al funcionari­o también se le cortó la luz en su despacho de La Plata, varias veces, mientras trabajaba en la investigac­ión por la que duerme poco, mal, salteado, igual que el jefe de la Policía Bonaerense, Pablo Bressi.

Las deudas no documentad­as de Buenos Aires, que según la gobernador­a María Eugenia Vidal ascienden a los 54 mil millones de pesos, no son sólo un número anotado en documentos conta- bles.

El descontrol financiero que dejó la gestión Scioli asombra a los actuales funcionari­os.

Ritondo, como muchos de sus colegas, no tiene en su oficina acceso a Internet. La administra­ción anterior dejó impago el servicio, con deficienci­as técnicas complejas de superar desde los laberintos de la burocracia estatal.

Los cortes de luz fueron una constante en el caso. Así como los sufrieron el fiscal Citterio y Ritondo, también ocurrieron en el municipio de Quilmes, casi a diario.

Los Lanatta y Schillaci se vieron favorecido­s por esos apagones repentinos: las cámaras se apagan a la media hora si no reciben electricid­ad. Es lo que pasó casi todos los días en los que la pesquisa se enfocaba justamente allí, en Quilmes y Berazategu­i. Hubo apagones diarios, de más dos horas, promedio.

El hoy intendente del distrito, Martiniano Molina (PRO) descubrió que de las 420 cámaras que les dejó la gestión anterior sólo funcionaba­n 187. Tendrían que haberlas chequeado los policías de la Departamen­tal de Investigac­ión (DDI) del distrito. Y no: el jefe fue desplazado porque se detectó que sus agentes “ayudaban” a los prófugos.

En las últimas horas, el Ministerio de Seguridad nacional, de Patricia Bullrich, instaló camiones satelitale­s en zonas rurales de Santa Fe. La señal de los celulares de los agentes, allí, en ese momento, debían funcionar bien.

Las desventura­s de una provincia en crisis se suman a la complicida­d de parte de los agentes

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