La Cámpora sin careta y con plumas
Son más que la pareja del verano. El es uno de los jefes de La Cámpora, gente preocupada se supone por su mundo interior. Ella es una vedette o una aspirante a vedette que no soporta pasar inadvertida y que va a los programas de tevé que sólo aportan escándalo.
José Ottavis y Vicky Xipolitakis se han puesto de novios y cómo será la cosa en el kirchnerismo que hasta D’Elía tuiteó: “¿Hoy me tengo que bancar esto?”.
Vicky dijo: “No pensé que iba a generar tanto revuelo”. Lo mismo había dicho en junio, cuando entró a la cabina de un avión para coquetear con los pilotos que embobados la dejaron maniobrar el acelerador mientras despegaban con 36 pasajeros a bordo. El disparate fue para ella una diversión que filmó y subió a la Web. Para los pilotos fue el fin de su carrera en Aerolíneas.
La Xipolitakis es un tiro al aire. Famosa por las provocaciones y famosa por las cirugías que la convirtieron en una especie de avatar y que son casi lo único que la hacen deseable.
Tiene sólo gustos de alta gama. Y son gustos que se corresponden con las conveniencias: sale y se promociona con poderosos como Ottavis, un ex duhaldista que hoy es cinturón negro de La Cámpora, jefe de los diputados cristinistas bonaerenses y secretario general del PJ a nivel nacional.
Como buen kirchnerista, Ottavis ha sido denunciado por enriquecimiento. Como buen kirchnerista ni se ha inmutado. Su ex mujer lo acusó de violento y golpeador. Jueces y fiscales presionados o militantes lograron que ambas cosas se archivaran.
Ottavis manejó en La Plata la caja de Diputados. Una caja enorme junto al ex intendente De Jesús, que ostenta el dudoso mérito de apadrinar a Boudou. En una sesión, un fotógrafo de Clarín captó un whatsapp del celular de Ottavis que hablaba de coimas. No era una votación cual- quiera: se decidía un impuestazo al campo. Lo negó. ¿A quién va a creer: a mí o a sus
propios ojos?, diría Groucho Marx. Cada cual hace de su vida lo que quiere. El problema es cuando los valores públicos que se dicen defender no se corresponden con la vida que se lleva.
Ottavis es él pero es también La Cámpora en su totalidad y muestra el rostro
de La Cámpora sin careta. La que compró legitimidad moral con los 70, cuando la militancia era una religión y los militantes asumían riesgos en serio por defender valores políticos que creían valores éticos.
Nos acostumbramos al fin a cualquier situación pero Xipolitakis se alimenta de escándalos y Ottavis pasea la miseria del
relato. Sólo puede vivir esa militancia en la imaginación. Es una metáfora de la disociación entre discurso y vida personal, que tanto caracterizó al kirchnerismo.
Xipolitakis y Ottavis, pareja del verano. Ella se alimenta de escándalos. El pasea la miseria del relato revolucionario.