Clarín

Un capo mafioso hábil, rey de las fugas y de los túneles

Por esa vía traficaba la droga a los Estados Unidos. Hijo de campesinos, se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo.

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Pese a su estatura de poco más de un metro y medio (1,55 m), motivo por el cual lo llamaban “Chapo”, Joaquín Guzmán Loera logró convertirs­e en uno de los más temidos y poderosos jefes del narcotráfi­co en México. Lo consiguió gracias a una serie de habilidade­s, como capacidad de liderazgo, talento para los negocios turbios y, especialme­nte, una descarnada crueldad para deshacerse de todos quienes competían con él.

El Chapo proviene de una familia de agricultor­es de Sinaloa. Cuando llegó a sexto grado decidió abandonar la escuela para dedicarse al cultivo de marihuana y amapola. Muy joven fue reclutado por Miguel Angel Félix Gallardo, “El Padrino”, uno de los primeros capos narco de México.

Cuentan que una de las primeras misiones del Chapo fue establecer contactos con narcotrafi­cantes de Medellín, coincidien­do con el auge del cartel de Pablo Escobar. Ambos sectores tejieron alianzas privilegia­das para proveerse de cocaína y exportarla principalm­ente a EE.UU.

El Chapo dio un giro a su carrera cuando en 1989 fue capturado su jefe, Félix Gallardo. Inmediatam­ente fundó su propio cartel, el de Sinaloa, y lo convirtió en la agrupación más poderosa de México. Bajo su mando, el cartel se apoderó violentame­nte de rutas rentables de sus rivales y excavó túneles debajo de la frontera estadounid­ense para filtrar sus cargamento­s.

Exportó miles de toneladas de droga hacia EE.UU., Asia y Europa. Así se convirtió en uno de los hombres más ricos del planeta. En 2011 llegó a aparecer en la lista de las mayores fortunas del mundo de la revista Forbes, con más de 11.000 millones de dólares.

Para muchos fue uno de los narcotrafi­cantes más inteligent­es. Corrompió funcionari­os políticos y policiales, y burló permanente­mente a la Justicia. Los túneles se convirtier­on en sus máximos alia- dos: los construyó para trasladar droga hacia EE.UU., pero también para huir de las prisiones.

En junio de 1993 fue detenido en Guatemala y trasladado al penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco. De allí se fugó el 19 de enero de 2001, escondido en un carrito de ropa sucia. Tras su evasión, “El Chapo” se convirtió en el gran símbolo del narcotráfi­co, un ícono del crimen organizado a la altura de Pablo Escobar.

El 22 de febrero de 2014 fue arrestado de nuevo y enviado al penal de El Altiplano. Pese a ser de máxima seguridad, el Chapo excavó un túnel de 1,5 km y dejó en ridículo al gobierno de Peña Nieto. Ayer, después de seis meses, cayó en un hotel alojamient­o.

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AFP Arresto. La imagen es de febrero de 2014. Escaparía en julio pasado.

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