Clarín

Los turistas siguen burlando los controles tras la muerte de Nicolás

Clarín recorrió la zona del accidente y compróbó que mucha gente circula sin casco ni medidas de seguridad.

- PINAMAR. ENVIADA ESPECIAL Gisele Sousa Días gsousa@clarin.com

La zona de médanos, entre Cariló y Villa Gesell, tiene 25 kilómetros cuadrados: todo Palermo, el barrio más grande de Capital, tiene 17 kilómetros cuadrados. Hasta esta zona, donde hay médanos de 30 metros de altura, no llega cualquiera: llegan las familias que tienen camionetas 4x4 y cuatricicl­os y se acomodan con sus gazebos y sus perros. En toda esta inmensidad hay sólo dos controles fijos: uno en el ingreso y otro en la salida, pero entre los médanos, nada. Lo que hacen los turistas es básico: los adultos entran manejando el cuatricicl­o y, como tienen casco, registro y son mayores, pasan los controles. Pero una vez en la playa, se los dan a los menores. Eso se cree que pasó con Nicolás González Vilas, el chico de 12 años que murió el jueves tras ser aplastado por su cuatricicl­o. Las autoridade­s reconocen que los controles no alcanzan pero también apuntan a la responsabi­lidad de los padres: “Entre hacer ésto y darles una pistola, el límite es muy fino”, dijo ayer el intendente, Martín Yeza.

Con “hacer ésto” se refiere a darle a un chico de 12 un cuatricicl­o de 800 cilindrada­s. “Es el más grande de todos, un tractor”, comparó Yeza. Hasta los guardavida­s de la zona están sorprendid­os: ese cuatricicl­o Gamma pesa, según su ficha técnica, 350 kilos sin combustibl­e; un nene de 12 años pesará, a lo sumo, 45 kilos. Ayer circuló en Pinamar una versión que indicaba que Nicolás “estaba en penitencia” y que le habría sacado el vehículo a los padres sin permiso.

Sin embargo, eso no fue lo que declaró su padre: “Se lo dejábamos usar pero tenía prohibido ir a los médanos”, dijo, según confirma

ron fuentes policiales a Clarín. Un arquitecto que llevó al nene agonizando hasta el consultori­o, contó ayer por radio que los padres estaban en un gazebo a 150 metros “y no estaban al tanto de lo que estaba pasando”. Agregó que lo llevó hasta los diferentes puestos policiales de la zona pero se encontró con que nadie sabía hacer ejercicios de reanimació­n. Otro detalle: no llegaban las ambulancia­s porque no hay unidades 4x4 para entrar a la arena.

Ayer, la gente de Pinamar repartió responsabi­lidades: muchos sostenían que los controles no alcanzan. El resto apuntaba a la responsabi­lidad de los padres. En el perfil del periodista local Diego Uribe, por ejemplo, la mayoría de los comentario­s eran así: “Dar un cuatri a un nene de 12 es lo mismo que darle un arma. Los padres quieren cubrir las ausencias y le regalan un juguete caro” ( cuesta unos 200 mil pesos). Tanto se habló de la responsabi­lidad de los padres que el fiscal de Pinamar, Juan Pablo Calderón, aclaró: “Si no hubo intervenci­ón de otro vehículo, es poco probable que sea un delito, a lo sumo una imprudenci­a de los padres”, dijo a Clarín.

“Nosotros nos queremos matar”, dijo ayer el intendente local. Se refería a que la tragedia se adelantó al refuerzo de los controles previstos para la semana que viene, cuando comenzaría­n a utilizar drones (falta la autorizaci­ón de la Administra­ción Nacional de Aviación Civil) con los que podrán tener “puestos de control móviles” sobre los méda- nos. Con los drones, dicen, podrán sacarles fotos y filmarlos cuando estén cometiendo infraccion­es. “Tendremos que intensific­ar los controles, poner puestos móviles, pero no podemos tener un operativo en cada esquina. El chico no pasó por el control sin casco, el control lo habrán pasado los padres. Si ellos mismos los dejan andar en esas condicione­s, también es su responsabi­lidad”, sostuvo ayer Sebastián Manrique, director de Tránsito local. En Pinamar tienen una certeza: “Va a volver a pasar”, dicen los guardavida­s. Lo saben porque el año pasado hubo, según cifras oficiales, 200 accidentes con cuatricicl­os. También porque ninguna ley los obliga, por ejemplo, a usar pecheras, pese a que lo común es que pase lo que le pasó a Nicolás: el cuatricicl­o volcó, las tres toneladas le cayeron encima, y sufrió un “traumatism­o de cráneo y trauma toraco-abdominal”, es decir, aplastamie­nto de tórax y abdomen. Nicolás circulaba sin casco encima de una bestia de 800 cilindrada­s: un vehículo con una cilindrada similar pero mucho más grande y pesado que los que usan los corredores del Rally Dakar.

200 accidentes con cuatricicl­os hubo durante el verano pasado en Pinamar y Cariló.

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Una mujer y dos chicos a bordo de un cuatri. Sin casco (tampoco la mujer de atrás) y con sobrecarga. La imagen se repetia ayer en Cariló.
Riesgos. Una mujer y dos chicos a bordo de un cuatri. Sin casco (tampoco la mujer de atrás) y con sobrecarga. La imagen se repetia ayer en Cariló.
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El cuatricicl­o en el que murió Nicolás, el jueves en Cariló.
Vehículo. El cuatricicl­o en el que murió Nicolás, el jueves en Cariló.
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