Entre la seducción y la duda
S
uena atractivo el discurso de Pablo Guede. A pesar de su voz gastada, el contenido resulta seductor. Atrapa. Eso sí, tan amplio es su abanico de alternativas futboleras que concluye en esa frase que se hace título: “El estilo Guede no
existe”, sentencia el propio Pablo. ¿No lo tiene o en realidad lo oculta para evitar ser encasillado, como en algún momento insinuó? Se supone que un entrenador como él, identificado con los riesgos por sus antecedentes, no tendría que preocuparse por ese detalle, mucho más sabiendo que en este juego de la pelota resulta peligroso ser un DT con estilo difuso, o sin estilo.
Por lo menos en sus pasos iniciales en San Lorenzo, elige Guede mostrarse como la cara opuesta a sus dos antecesores: Pizzi, en su desembarco, había levantado las banderas del ataque y de las formas, aunque
al equipo lo acosaba el fantasma del descenso; y Bauza, con rasgos opuestos a Juan Antonio, había plantado su idea de equilibrio, aunque venía a reemplazar a un DT campeón con otros modos.
Guede declara con fuerza: “Yo muero con la presión. La intensi
dad es el fútbol”. ¿Y después, con la pelota, qué? En el camino hacia ese descubrimiento, hay un cóctel de dudas ya instaladas:
# ¿Podrá encontrar un equipo sin repetir los once con una cierta continuidad?
# ¿Podrá cambiar mucho de un partido a otro en nombres y/o esquema? San Lorenzo no es Palestino ni Chicago...
# ¿Podrá convencer a los futbolistas que excluirá, según la ocasión y el rival? Ortigoza, Romagnoli y compañía tienen una jerarquía muy superior a los jugadores que antes dirigió...
# ¿Podrá salir jugando y defender en grandes espacios con las características de marcadores centrales que hay en el club y que figuran como posibles refuerzos?
# ¿Podrá presionar en forma “insoportable” con varios jugadores de edad elevada?
Las intrigas que siembra Guede invitan a ver en acción cuanto antes a su nuevo San Lorenzo.