Mal de altura
Los pilotos se prepararon para compensar la falta de oxígeno y tomaron pastillas especiales para combatir sus efectos.
“La altura es el condimento más difícil de este Dakar. Los pilotos perdemos oxígeno, nos cuesta mantener la concentración y así vienen los errores de manejo. Y encima los autos pierden potencia”.
Emiliano Spataro
Competir en la altura siempre fue una complicación para los deportistas. Teorías para combatirla hubo muchas, con diferentes resultados. Este Dakar 2016 propuso entre las mayores exigencias trepar hasta llegar a los 4.600 metros sobre el nivel del mar durante el tránsito por el terreno boliviano. Nunca antes el Dakar había llegado tan
alto. Rival tan o más terrible que los otros competidores, la altura fue un tema que los pilotos tuvieron muy en cuenta en los preparativos.
Uno de los que más se preocupó fue Nasser Al Attiyah. No era para menos. El año pasado, en el camino de su triunfo, había tenido como gran complicación a la altura: al llegar a Uyuni, debió ser atendido y reanimado con oxígeno. Por eso para este año, gracias a su gran poder económico, se preparó en la reconocida Academia Deportiva Aspire de su Qatar natal, donde instaló varias habitaciones que simularon las condiciones de la altura. Allí pasó horas y hasta durmió varias noches.
Con menor inversión pero la misma responsabilidad profesional, los españoles Carlos Sainz y Nani Roma también tomaron sus precauciones para no sufrir tanto la altura. Ambos trabajaron en distintos centros deportivos de su país con técnicas intermitentes de hipoxia (para compensar la falta de oxígeno), que incluyeron tanto sesiones de reposo como esfuerzos con mascarillas que reproducían las condiciones de la altura. Una preparación que asimismo comprendió exigencias mentales para afrontar las cambiantes condiciones.
“Este año el problema de la altura no es sólo para el piloto, sino también para los otros integrantes del equipo”, agregó Roma, encontrándole otro foco al problema de la altura. “Uno puede estar bien, pero si los mecánicos se sienten mal en la altura, también afectará al piloto, porque no podrán estar bien para atender el auto”, aseguró. “Este tema de la altura es uno de los factores que hay superar para ganar el Dakar”, concluyó.
Debutante en el Dakar, procedente del Mundial de Rally, el finlandés Mikko Hirvonen mostró más preocupación por las elevadas temperaturas que por la altura. Por eso tuvo largas jornadas de entrenamientos con una bicicleta dentro de un baño sauna.
Sin desconocer las complicaciones de la altura, Orly Terranova prefirió métodos menos sofisticados que los de Al-Attiyah y Roma, sus compañeros en Mini. “Simplemente tomé unas pastillas y me cuido con la alimentación. Entiendo los otros métodos, pero en mi caso no los puedo aplicar por mis otras actividades”, dijo el argentino, que alterna el pilotaje de autos de cross country con su actividad de empresario.
La simple receta de las pastillas tuvo bastante aceptación entre los motociclistas y los corredores de cuatriciclos. Esto no impidió que la mayoría se quejase de fuertes dolores de cabeza desde que el Dakar comenzó en la cuarta etapa a transitar sobre los 4.000 metros de altura. Un fantasma que demostró así ser un bravo rival.