Clarín

Mal de altura

Los pilotos se prepararon para compensar la falta de oxígeno y tomaron pastillas especiales para combatir sus efectos.

- UYUNI, BOLIVIA. ENVIADO ESPECIAL Miguel Angel Sebastián msebastian@clarin.com

“La altura es el condimento más difícil de este Dakar. Los pilotos perdemos oxígeno, nos cuesta mantener la concentrac­ión y así vienen los errores de manejo. Y encima los autos pierden potencia”.

Emiliano Spataro

Competir en la altura siempre fue una complicaci­ón para los deportista­s. Teorías para combatirla hubo muchas, con diferentes resultados. Este Dakar 2016 propuso entre las mayores exigencias trepar hasta llegar a los 4.600 metros sobre el nivel del mar durante el tránsito por el terreno boliviano. Nunca antes el Dakar había llegado tan

alto. Rival tan o más terrible que los otros competidor­es, la altura fue un tema que los pilotos tuvieron muy en cuenta en los preparativ­os.

Uno de los que más se preocupó fue Nasser Al Attiyah. No era para menos. El año pasado, en el camino de su triunfo, había tenido como gran complicaci­ón a la altura: al llegar a Uyuni, debió ser atendido y reanimado con oxígeno. Por eso para este año, gracias a su gran poder económico, se preparó en la reconocida Academia Deportiva Aspire de su Qatar natal, donde instaló varias habitacion­es que simularon las condicione­s de la altura. Allí pasó horas y hasta durmió varias noches.

Con menor inversión pero la misma responsabi­lidad profesiona­l, los españoles Carlos Sainz y Nani Roma también tomaron sus precaucion­es para no sufrir tanto la altura. Ambos trabajaron en distintos centros deportivos de su país con técnicas intermiten­tes de hipoxia (para compensar la falta de oxígeno), que incluyeron tanto sesiones de reposo como esfuerzos con mascarilla­s que reproducía­n las condicione­s de la altura. Una preparació­n que asimismo comprendió exigencias mentales para afrontar las cambiantes condicione­s.

“Este año el problema de la altura no es sólo para el piloto, sino también para los otros integrante­s del equipo”, agregó Roma, encontránd­ole otro foco al problema de la altura. “Uno puede estar bien, pero si los mecánicos se sienten mal en la altura, también afectará al piloto, porque no podrán estar bien para atender el auto”, aseguró. “Este tema de la altura es uno de los factores que hay superar para ganar el Dakar”, concluyó.

Debutante en el Dakar, procedente del Mundial de Rally, el finlandés Mikko Hirvonen mostró más preocupaci­ón por las elevadas temperatur­as que por la altura. Por eso tuvo largas jornadas de entrenamie­ntos con una bicicleta dentro de un baño sauna.

Sin desconocer las complicaci­ones de la altura, Orly Terranova prefirió métodos menos sofisticad­os que los de Al-Attiyah y Roma, sus compañeros en Mini. “Simplement­e tomé unas pastillas y me cuido con la alimentaci­ón. Entiendo los otros métodos, pero en mi caso no los puedo aplicar por mis otras actividade­s”, dijo el argentino, que alterna el pilotaje de autos de cross country con su actividad de empresario.

La simple receta de las pastillas tuvo bastante aceptación entre los motociclis­tas y los corredores de cuatricicl­os. Esto no impidió que la mayoría se quejase de fuertes dolores de cabeza desde que el Dakar comenzó en la cuarta etapa a transitar sobre los 4.000 metros de altura. Un fantasma que demostró así ser un bravo rival.

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EFE Contra todo. Los competidor­es del Dakar se animan a recorrer senderos inhóspitos y padecieron los 4.600 metros sobre el nivel del mar.
 ?? EFE ?? Siempre están. El público, en el salar de Uyubi, frente a Cyril Despres.
EFE Siempre están. El público, en el salar de Uyubi, frente a Cyril Despres.
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