Clarín

En el nombre de todos los animales

- Peter Singer Profesor de Bioética, Universida­d de Princeton

Los usos del lenguaje y ciertos cambios en el derecho muestran cómo está variando el concepto que se tiene de los animales.

El mes pasado, un ternero se escapó de un

matadero en el barrio de Queens en Nueva York. Un video del animal yendo al trote por una calle congestion­ada pronto apareció en los medios de comunicaci­ón. Para aquellos a quienes les importan los animales, la historia tiene un final feliz: el ternero fue capturado y llevado a un refugio, donde pasará el resto de su vida natural.

Para mí, el aspecto más interesant­e de la historia fue el lenguaje que los medios utilizaron para referirse al animal. The New York Times publicó un titular que decía: “Una vaca, quien escapó de un matadero de Nueva York, encuentra refugio”. Los defensores de los animales han luchado mucho tiempo contra la convención de reservar el “quien” para la gente y utilizar el “que” para los animales.

Le pregunté a Philip Corbett, el editor de estilo del New York Times, si el uso de “una vaca quien” reflejaba un cambio de política respecto de cómo considerar a los animales. Me dijo que el manual

de estilo del Times, al igual que el de Associated Press, sugería utilizar “quien” sólo para un animal con nombre o personific­ado. El manual ofrece el ejemplo “El perro, que estaba perdido, aulló” y contrasta esto con “Adelaide, quien estaba perdida, aulló”.

Muchos movimiento­s sociales reconocen que el lenguaje importa porque refleja y a la vez refuerza injusticia­s que deben remediarse. Las feministas han ofrecido pruebas de que el uso supuestame­nte de género neutro de “hombre” y “él” para incluir a mujeres tiene el efecto de tornar invisibles a las mujeres.

El uso de “quien” para los animales se inscribe en la misma línea de las necesarias reformas lingüístic­as. En la mayoría de los sistemas legales hoy, los animales son una propiedad, al igual que las mesas y las sillas. Pueden estar protegidos por legislació­n de bienestar animal, pero eso no basta para impedir que sean cosas, porque las antigüedad­es y las áreas de belleza natural también están protegidas. El uso en inglés -y en otros idiomas- debería cambiar para dejar en claro que los animales son esencialme­nte más parecidos a nosotros que a las mesas y las sillas, las pinturas y las montañas.

El derecho está empezando a mostrar señales de cambio. En 1992, Suiza se convirtió en el primer país en incluir una declaració­n sobre la protección de la dignidad de los animales en su constituci­ón; y Alemania hizo lo propio diez años después.

El aspecto más interesant­e fue el lenguaje que los medios utilizaron para referirse al ternero que se había escapado en Queens

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