Clarín

Muy cerca de un punto de no retorno

- Facundo De Palma fdepalma@clarin.com

El fútbol argentino se desangra a escasos días de recibir a sus estrellas de cara a la Copa América del Centenario. Es el fútbol argentino que le debe siete meses de sueldo al técnico de la Selección, que lidera el ranking de la FIFA y la nómina de morosos incobrable­s. El que desde el 1° de enero está huérfano de entrenador­es en los Juveniles y por ello tuvieron que hacerle un contrato por un mes a Julio Olarticoec­hea para que dirija al Sub 20 en un torneo en España. Es el fútbol argentino que no pudo renegociar contratos para mejorar los ingresos porque se topó con empresas que, ante la dispersión de poder, se negaba a recibir a directivos; o porque querían subirse a esos viajes dirigentes desesperad­os por cruzar el Atlántico y no los que deberían sentarse a discutir números. Es el fútbol al que le sobró un voto en la elección del 3 de diciembre y que semejante papelón retuvo en el poder a un presidente, Luis Segura, de quien dicen que en México, donde participó del reciente congreso de la FIFA, no sabía que se iba a debatir el llamado a Asamblea Extraordin­aria. Es el fútbol argentino con dirigentes desfilando por Tribunales o con denuncias por evasión de los clubes que la AFIP sigue multiplica­ndo. Es el fútbol argentino que, así, no da para más. Con liga o sin ella, y aun si el Estado siguiera subsidiánd­olo, no es posible mantener una estructura que, en la última década, aumentó un 473% la deuda de los clubes con la AFA: de 176 millones a 985 millones de pesos. Javier Tebas, en una charla que tuvo ayer por la mañana en Barrio Parque con Daniel Angelici, Matías Lammens, Víctor Blanco y Rodolfo D’Onofrio (dueño de casa), planteó que no hay más espacio para la discusión, que deben imponer la liga aun forzando una intervenci­ón. Que se llegó a un punto de no retorno. Incluso lo volvieron a hablar con Mauricio Macri, como en los últimos tiempos. Pero el Presidente también se enfrenta a un dilema porque del otro lado está Hugo Moyano, el sindicalis­ta que no quiere seguir en la CGT para ir a la AFA (si es que hay elecciones) pero mantiene (y mantendrá) poder en los sindicatos. Mientras tanto, la hemorragia sigue.

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