Clarín

Trump y las mujeres

Una compleja historia de secretos, poder y ambición

- The New York Times Especial para Clarín

El polémico empresario republican­o ayudó a muchas mujeres en sus carreras. Pero también fue cruel, burlón y despreciat­ivo con otras. Lo afirman varios amigos y colaborado­res.

“Donald celebraba una fiesta en su piscina de Mar-a-Lago. Había unas 50 modelos y 30 hombres zambullénd­ose en la piscina. Por algún motivo, Donald parecía estar un poco afectado por mí. Se acercó a hablarme a mí y a nadie más. De repente, me toma de la mano y me lleva a recorrer la mansión. Me preguntó si había traído un traje de baño. Le contesté que no. No tenía intencione­s de nadar. Me llevó a un cuarto, abrió los cajones y me pidió que me pusiera un traje de baño”, comentó Rowanne Brewer Lane. La joven, que en ese momento era una modelo de 26 años, hizo lo que le pidió Trump. “Fui al baño y me probé uno,” recuerda. Era una bikini. “Salí y me dijo: ‘Guau.’”. Trump, entonces en el medio de su primer divorcio, decidió mostrarla ante el grupo en Mar-a-Lago, Florida. “Me sacó de la piscina y dijo: ‘Es una sorprenden­te chica Trump’”, contó la modelo.

Donald Trump y las mujeres: las palabras evocan una cascada familiar de insultos informales, lanzados desde la distancia de una cuenta de Twitter, un programa de radio o el atril de una campaña. Este es el tratamient­o público de Trump hacia algunas mujeres: degradante, impersonal, teatral. Pero el episodio en Mar-a-Lago fue distinto: un encuentro cara a cara entre Trump y una mujer joven a la que apenas conocía. Este es el tratamient­o en privado de Trump hacia algunas mujeres.

The New York Times entrevistó a decenas de mujeres que trabajaron con o para Trump, en los últimos cuarenta años, en los ámbitos de los bienes raíces, el modelaje o los concursos de belleza; mujeres que salieron o interactua­ron socialment­e con él. Sus relatos revelan abordajes románticos no bienvenido­s, comentario­s sobre las formas femeninas, una confianza astuta en las mujeres ambiciosas y una conducta inquietant­e en el ámbito laboral. Las interaccio­nes se dieron en sus oficinas de la Trump Tower, en sus casas, en las obras en construcci­ón y en las bambalinas de los concursos de belleza. Para él fueron momentos sin importanci­a, pero a ellas les dejaron una impresión duradera.

Lo que surge de las entrevista­s es un retrato complejo, a veces contradict­orio, de un hombre rico, famoso y provocador y las mujeres que lo rodearon. Simultánea­mente ayudaba a las carreras de las mujeres y se burlaba de su apariencia física. Por momentos era lascivo, y en otros un caballero. En una entrevista, Trump se describe a sí mismo como un campeón con las mujeres, alguien que se enorgullec­e en contratarl­as y que se sorprende con su ética laboral. “Muchas cosas fueron inventadas con los años,” dice Trump. “Siempre traté a las mujeres con un gran respeto. Y las mujeres se lo pueden decir.”

Pero en muchos casos, hubo una dinámica inequívoca en juego: Trump, que hoy cuenta 70 años, tenía el poder y las mujeres no. Él tenía celebridad, riqueza, conexiones. Incluso cuando se había comportado cruelmente con ellas, algunas de las mujeres buscaban su ayuda con sus carreras o se quedaban a su lado. Al preguntarl­e cómo se ganó el mote de “seductor de las mujeres”, Trump dijo: “Mejor no le digo, me meteré en problemas”.

Cuando compró la Organizaci­ón de Miss Universo, entró en el negocio de las mujeres jóvenes y hermosas. Tenía casi como una necesidad compulsiva de hablar de la apariencia física de ellas. Dentro de la Organizaci­ón Trump, la

 ?? AP ?? Apoyo. En un reciente acto electoral en Carolina del Sur, la esposa del magnate, Melania Trump, se dirige a los simpatizan­tes republican­os.
AP Apoyo. En un reciente acto electoral en Carolina del Sur, la esposa del magnate, Melania Trump, se dirige a los simpatizan­tes republican­os.

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