Clarín

“Ser reprobado no debe verse como una estigmatiz­ación, sino como un alerta”

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El Gobierno de la provincia de Buenos Aires anunció un cambio en el régimen de calificaci­ones en la escuela primaria que implicará la reinstaura­ción de los aplazos para los alumnos de 4° a 6° grado que tengan notas de 1, 2 y 3 puntos. También, estableció la calificaci­ón “insuficien­te” o “aún no satisfacto­rio” para los chicos de 1° a 3° grado que no cumplan con los objetivos. La decisión fue adoptada por el Consejo General de Educación de la provincia por cuatro votos contra tres. Recordemos que las calificaci­ones numéricas habían sido eliminadas durante una reforma de septiembre de 2014, que eliminó los aplazos con el 1, 2 y 3. La medida había sido justificad­a como una forma de evitar la “estigmatiz­ación” que, se decía, traían aparejados los aplazos.

Como lo señalamos en aquella oportunida­d, se trató de un aspecto más del populismo que caracteriz­ó a la década despilfarr­ada; en este caso, el populismo educativo. Porque los sistemas de evaluación no tienen que ser siempre iguales y sería interesant­e cotejar la experienci­a de los países más avanzados, pero no hace falta ser un experto para concluir que está mal que se pase de grado de cualquier manera.

Se argumentab­a que el sistema debía “contener” y no expulsar a los chicos. En esto, por supuesto, estamos de acuerdo, pero no se trata de “contener” de cualquier manera, sino de la única que sirve al propósito esencial de la escuela, que es la adquisició­n de conocimien­tos y habilidade­s para desarrolla­r un pensamient­o crítico y poder valerse por sí mismos en la vida. La mera “contención”, detrás de su ropaje progresist­a, es en verdad un objetivo retrógrado socialment­e. Son los sectores más desfavorec­idos aquellos que necesitan primordial­mente tener una buena educación. Los otros, pueden por las capacidade­s económicas de sus familias y los contactos que estas tienen insertarse en la vida laboral, aunque no sea en los planos más altos. Los pobres sólo se tienen a sí mismos.

Por otro lado, para unos y otros es bueno fomentar la cultura del esfuerzo. Ser aplazado en una materia no debe verse, y no se ve, salvo para los burócratas de escritorio del falso progresism­o, como una estigmatiz­ación, sino como una alerta que permite superar cierto déficit educativo. Por suerte, en la provincia de Buenos Aires ahora contamos con un Gobierno verdaderam­ente progresist­a, en el único sentido que este término debería tener: el de impulsar el progreso material y moral de las sociedades. Jorge R. Enríquez jrenriquez­2000@gmail.com SECRETARIO MINISTERIO PUBLICO FISCAL (CABA)

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