Clarín

Más cerca del Everest atlético

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Desde que se “oficializa­ron” las competenci­as de atletismo a nivel mundial –y comenzaron a llevarse las tablas de récords, lo que ocurrió hace poco más de un siglo (1912)– el proceso de quiebre de marcas se fue acelerando, tanto en las pruebas de pista como las de campo. Y aún más, a partir de la década del 60. Parecían no existir límites para los astros de las carreras, los saltos o los lanzamient­os, aún cuando estudios científico­s marcaban que a mediados de este siglo la maquinaria se iba a detener...

Las sospechas, y luego certezas, sobre uso y abuso del dóping obligaron a endurecer controles, sobre todo en los últimos años. Muchos de los récords mundiales de atletismo están ahora bajo la lupa y, prácticame­nte, las tablas no se están moviendo. Las excepcione­s son las pruebas más recientes del programa, o la irrupción de Usain Bolt en la velocidad. Y también, el maratón. La ofensiva africana –kenyatas y etíopes al frente– fue perforando los límites conocidos para la distancia superior de la actividad atlética, hasta colocar el récord muy cerca de la frontera de las 2 horas. ¿Es posible superarla? Desde que Denis Kimetto consumara su récord de las 2 horas, 2 minutos y fracción en el apacible, veloz e ideal trayecto de Berlín, ya no se antoja un “imposible”. Los mismos atletas de elite, sus entrenador­es y los equipos científico­s que los rodean, creen que es una aventura... al alcance. Pero tendrían que darse las condicione­s ideales. Y a nadie se le ocurre que el protagonis­ta de esa hazaña no sea algún superdotad­o surgido de esa inagotable cantera de los valles africanos. Los citados keniatas, los aguerridos etíopes y algunos fondistas surgidos de Uganda responden al biotipo de los hombres capaces del máximo rendimient­o en maratón. ¿Cuáles son aquellas condicione­s? El circuito, el clima, la preparació­n. Y ser capaces de sostener un ritmo de velocidad sostenida, aún en los tramos más duros, pasados los 30 km, donde suelen destruirse los sueños de la mayoría de los corredores.

Esas “2 horas” figuran por estos días como el Everest atlético, tal vez como alguna vez lo fueran los “10 segundos” para los 100 metros llanos o los “4 minutos” en la milla, barreras superadas (y por muchos) desde hace largo tiempo.

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