Clarín

Un concierto que llegó al corazón

En el CCK, bajo la batuta de su nieto Gabriel, la Orquesta Lírica popular recreó parte de la obra del compositor .

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El sábado, el pianista y arreglador Gabriel Mores, nieto de Mariano, dirigió a la Orquesta Lírica Popular, en la Sala Sinfónica del CCK, en un cálido homenaje, embellecid­o por la solvencia de una orquesta sólida y comprometi­da con los climas, matices y potencia de la música del compositor, fallecido un mes atrás.

Entre fuertes aplausos, la orquesta comenzó el concierto con la primera composició­n del pianista, Cuartito azul( 1939); un tema que tiene un exquisito tratamient­o orquestal de Martín Darré, en el que cuerdas y metales logran un equilibrio que se transforma­en vivencia sonora. El repertorio incluyó un guiño a Francisco Canaro, primera y única orquesta en la que tocó Mariano, con La Tablada.

Tras Una lágrima tuya, llegó Cafetín de Buenos Aires, clásico cuyo tono melancólic­o elevó el trasfondo emocional de la doble pérdida, la del Buenos Aires de aquellos cafés y la de su autor.

El firulete, tango que nos lleva del arrabal al centro, con ese pasaje melódico que endulza el ritmo mientras las cuerdas cantan sobre la insistenci­a de los metales precedió a Uno, y a la anécdota de los tres años que tardó Discépolo en ponerle letra y la vigencia de una composició­n que crece con el tiempo. En verdad, la melodía de esta obra le dio sentimient­o a las calles de Buenos Aires, y tanto piano como orquesta trasmitier­on ese sentir porteño, desde un palpitar interior ya perdido pero reconocibl­e.

Siguió Serenata orillera y luego Adiós Pampa Mía, dos composicio­nes ponen en evidencia la amplia paleta compositiv­a de Mariano y la gracia de Darré en las orquestaci­ones. En la última pieza, el pianista fue Ado Falasca, tecladista de la vieja orquesta popular de la cual también estaban en el escenario Ale- jandro Bruschini en bandoneón, Juan Scaffino en violín, Eduardo Lettera en contrabajo y Jorge Orlando en batería y como invitado Elías Gallo en guitarra.

Si bien el nivel musical fue impecable, en Taquito militar la orquesta mostró un ataque arrollador; en los tiempos rápidos, la agrupación logra un ensamble rico en precisión y potencia. Más allá de la vida, que tiene una entrañable historia para el director, ya que está compuesta sobre un motivo de un vals que tocaba su padre (Nito), condujo con emoción al final del concierto, que cerró con Tanguera, de profunda belleza melódica.

Sin embargo, la ovación del público motivó tres bises; el primero fue la marcha del programa Feliz domingo, compuesta por Mariano, y el último, una repetición de ese clásico que es Taquito militar.

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La misma estirpe. Gabriel dirigiendo la música de su abuelo.

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