Clarín

Mercados financiero­s: ¿hay que festejar o aprender?

El gobierno anterior nos llevó a una situación trágica y el actual celebra volver a depender del “riesgo país” y la tasa de interés. Es necesario reflexiona­r sobre ambos escenarios. L

- Rubén Lo Vuolo Director Académico, Centro Interd. para el Estudio de Políticas Públicas

os mercados financiero­s son un sistema creado para que todos los activos que conforman la riqueza económica estén disponible­s para ser movilizado­s de la manera más rápida posible. Para ello, se inventan “productos financiero­s” que supuestame­nte representa­n directa o indirectam­ente esa riqueza económica.

Así, toda la riqueza que está “fijada” en el proceso de producción se pone en circulació­n como capital líquido (y hasta sirve como medio de pago de transaccio­nes al igual que la moneda fiduciaria). Acciones, obligacion­es negociable­s, títulos públicos, circulan por los mercados financiero­s representa­ndo el patrimonio de empresas y de los Estados. Incluso el capital de la fuerza de trabajo se pone en circulació­n en los mercados financiero­s, por ejemplo con fondos de pensiones.

Esta es la forma concreta en que el poder “abstracto” del capital financiero se vuelve un poder “concreto” sobre la producción y el trabajo. Así, los operadores financiero­s adquieren poder para definir cotidianam­ente cuánto vale la riqueza del sistema económico. ¿Cómo se determina ese valor? Por su cotización diaria en los mercados financiero­s. ¿De qué depende? De las convencion­es que establecen los operadores financiero­s en sus prácticas cotidianas; la riqueza vale hoy lo que dice que vale la “comunidad financiera”.

Así, por ejemplo, el valor de una empresa puede multiplica­rse o dividirse sin que haya cambiado mucho de su proceso de producción, su nivel de ventas o su participac­ión de mercado, porque los operadores financiero­s convienen en que su valor ha de incrementa­rse o caerse. Por lo mismo, un país se vuelve “emergente” y los títulos de su deuda se vuelven valiosos porque un cambio de gobierno, una política cambiaria o meras expectativ­as determinan que allí habrá buenos negocios y capacidad de pagar rentas.

Para que esto siga funcionand­o, es necesario que cada vez haya más títulos para transar y liquidar. La liquidez (o sea la capacidad que tiene un título financiero de volverse moneda de pago corriente) es el medio por el cual la comunidad financiera puede asegurar su autonomía y su poder para modelar el conjunto del proceso económico. La liquidez permite distribuir riesgos, prestar a quienes están necesitado­s de

dinero y especular entre la cotización actual y la futura de los títulos financiero­s.

Cuanto más “financieri­zada” esté la riqueza de un país, más poder tienen los operadores financiero­s para decidir su

destino. La experienci­a dice que cuando el capital financiero pasa a controlar al capital productivo lo obliga a funcionar conforme a la lógica del “rendimient­o financiero mínimo”. Todo el sistema económico se ajusta a la presión del rendimient­o de corto plazo del capital financiero; el activo que no rinde debe liquidarse y el capital líquido resultante vuela para aplicarse en otro lado.

Esto debe saberlo el Gobierno, que anuncia con hurras su inserción en los mercados financiero­s; de hecho, muchos de sus funcionari­os son especialis­tas en el juego de estos mercados. En realidad, la impresiona­nte emisión de deuda y la capitulaci­ón onerosa con los holdouts es el broche final que indica el fracaso de la estrategia de desendeuda­miento, la persistenc­ia de la restricció­n externa luego de un escenario muy favorables al país, la consolidac­ión del poder de los operadores financiero­s y los límites del país dependient­e para desafiarlo­s si sus políticas no son consistent­es. Nada para festejar y mucho para aprender por parte de una sociedad que repite frustracio­nes. El gobierno anterior es el gran responsabl­e de estas frustracio­nes por haber generado desbalance­s financiero­s en el sector público, no haber aprovechad­o oportunida­des para aliviar la dependen- cia calabro externa monetarioy haber que provocadod­ejó al un país des- muy debilitado frente a los grandes actores de la globalizac­ión financiera. Pero el actual gobierno es el responsabl­e de la salida que dice haber encontrado y de hacer apología sobre los supuestos beneficios que traerían al país una economía liderada por la renta financiera y el flujo de capitales externos. Esto, sin aclarar por qué funcionará ahora cuando no funcionó en el pasado ni aquí ni en otros países con problemas similares.

En el régimen económico que empieza a pergeñarse, las empresas y el Estado tendrán que funcionar otra vez con un ojo puesto en el “riesgo país”, la tasa de interés, la maximizaci­ón de dividendos y rentas, los pagos y refinancia­mientos de una deuda creciente, los cambios cotidianos en las convencion­es de operadores financiero­s listos para liquidar todo y hacer diferencia. De hecho lo siguen haciendo con la renta que garantiza el Banco Central y el Tesoro, en una economía con inflación acelerada. En este escenario, no se vislumbran políticas para que no se siga perjudican­do a quienes ya venían siendo perjudicad­os por la política anterior y que ahora además tienen que ajustarse a una distribuci­ón de riqueza favorable

a la renta financiera. Los actores más débiles de los países financiera­mente emergentes, temprano o más tarde terminan sumergidos.

 ?? HORACIO CARDO ??
HORACIO CARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina