Clarín

La “ruta” en la que sobran pozos y transitan animales

- Federico Camps fcamps@clarin.com

La Ruta provincial 4 está lejos de parecer una ruta. Pozos, falta de iluminació­n, ausencia de banquinas y señalizaci­ones básicas de tránsito, además de semáforos que no andan. Son las postales que se repiten en la mayor parte de los 70 kilómetros.

El Camino de Cintura comienza en el Sur, en una rotonda del barrio Villa la Florida, en Florencio Varela. Lo poco que queda de ella ofrece un estado deplorable. Sin cordón, con pozos llenos de agua y basura acumulada. La “ruta” continúa en San Francisco Solano, Claypole y Don Orione. Pero a las pocas cuadras de comenzado el recorrido de Clarín, el chofer del auto debe pegar un brusco volantazo ante la aparición de un caballo que estaba amarrado a medio metro del carril derecho. Ni existe la línea amarilla que separa una mano de otra, salvo en algunas cuadras con un bulevar destrozado, en el que estacionan camiones.

En todo el recorrido, para los peatones cruzar es una verdadera odisea. En muchos tramos no existe paso de cebra, y la cantidad de puentes peatonales se cuentan con los dedos de una mano.

Al llegar a Burzaco mejora bastante. Funcionan casi todas las luces, hay menos pozos y los bulevares están en mejor estado, aunque todavía no hay banquina.

Desde allí hasta San Justo se ve una notoria mejoría, aunque sin parecerse a una ruta. Luego, el camino pasa por Villa Luzuriaga y se diluye en Morón, aunque vuelve a aparecer en Villa Tesei. Transitar de noche el tramo Tesei-Hurlingham da miedo: hay más de quince cuadras seguidas bajo una oscuridad casi total, con pozos tan grandes como invisibles. Frenar en los semáforos no es una opción para los automovili­stas que pasan por el lugar, porque al que para, le roban, dicen los vecinos. El panorama es parecido en Ciudad Jardín y Villa Bosch. Y recién es aceptable en Loma Hermosa y Ballester, ya que en José León Suárez y Boulogne vuelve a decaer.

La avenida Márquez, nombre que toma la ruta al cruzar la Panamerica­na, es una excepción. En el tramo de San Isidro y Acassuso todo luce arreglado. Mientras más vulnerable­s y carenciado­s son los barrios por los que pasa la Ruta Nacional 4, peor es su estado.

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