Secuestran a un empresario por segunda vez en 13 meses
Es dueño de una cadena de heladerías y padre de un concejal. Al igual que en mayo de 2015, su familia pagó un rescate.
No era la primera vez que le sucedía. Eso le permitió controlar sus nervios y tener algo de manejo de la situación. El dueño de una cadena de heladerías (Los Amores) y padre de un concejal del partido de Tres de Febrero fue secuestrado en la tarde del lunes y liberado casi dos horas más tarde, tras el pago de un rescate de $ 50.000. Roberto Achilli (62) fue capturado por una banda que lo esperó a la salida de una parrilla en la localidad de Villa Bosch y lo siguió luego de que arrancara en su camioneta Audi Q5. A las pocas cuadras, los secuestradores le cruzaron un auto y se lo llevaron. Para los familiares, fue al voleo.
Todo sucedió el lunes, alrededor de las 14.30, en Campo de Mayo entre Pablo Poggio y Francisco Lagorio. Achilli había ido a comer con un amigo a una parrilla. “Ya lo habían secuestrado en mayo del año pasado, en Ciudad Jardín. Al igual que esa vez lo eligieron por la camioneta, que por ahí es un poco llamativa. En esta oportunidad me llamaron y justo yo andaba con dinero en efectivo porque a la mañana siguiente tenía que hacer un depósito”, le contó ayer a Clarín Diego Achilli (37), concejal y último candidato por el Frente Renovador a intendente de Tres de Febrero.
Los secuestradores comenzaron exigiendo $ 200.000. “Les dije que no tenía ese dinero, que si les servía podía darles ya $ 50.000, que era lo que tenía para depositar. ‘Si querés esto, es lo que tengo’, les dije. Intenté hacer todo lo más rápido posible para que no se pusieran nerviosos. Ni tiempo tuve de llamar al resto de mi familia o a la Policía. Y entonces ellos aceptaron. Me dijeron: ‘Sí, vamos con esto’”, agregó.
Según fuentes del caso, a cargo del fiscal federal de Tres de Febrero, Paul Starc, la banda cruzó al empresario en un Peugeot 208 plateado y con vidrios polarizados, lo encañonó y lo obligó a pasarse de vehículo. “Quisieron llevarse la camioneta también, pero como tiene cambios secuenciales no sabían cómo manejarla y la dejaron abandonada”, contó Achilli.
La Policía había recibido dos llamadas al 911 de testigos del hecho y luego encontró la Audi en la calle.
La víctima no pudo ver cuán- tos delincuentes eran (estiman al menos cuatro), porque cuando lo metieron en el Peugeot le pusieron una gorrita. Enseguida amagaron con pegarle una cachetada, pero él logró tranquilizarlos y hacerles entender que quería resolver el pago rápido. “Estoy con el mismo tema de la otra vez”, le anunció la víctima a su hijo Diego al llamarlo a su celular.
“Estuvo casi todo el viaje mirando hacia abajo y con la gorrita. Y después acordamos el lugar de encuentro para concretar el pago. Primero dijeron Ciudadela, después Hurlingham, pero se terminó haciendo en Caseros, cerca del barrio Derqui, en plena calle. A mí me preocupaba que los escuchaba un poco desprolijos y no quería que se cruzaran con la Policía y con mi papá en el medio”, dijo Achilli.
Unos minutos más tarde, Diego estacionó su coche y los secuestradores se pusieron detrás suyo, en avenida San Martín y Angel Pini (Caseros). Uno de ellos bajó, le apuntó y le ordenó que le diera el dinero. “Devolveme a mi papá”, replicó. Pero una vez entregado el rescate, los captores arrancaron otra vez con la víctima aún cautiva, a la que liberaron enseguida a cinco cuadras del punto de encuentro.
El Peugeot que usó la banda fue hallado abandonado en la villa Carlos Gardel. Había sido robado el sábado en El Palomar.