* Denuncian el robo de los restos del mayor escritor venezolano
Su nieta dijo que la tumba estaba vacía y se habla de brujería. Pero las autoridades chavistas lo niegan.
No existen dos palabras que describan mejor la realidad venezolana: drama y delirio. Drama, por la escasez de alimentos y remedios que alienta peleas callejeras. También saqueos. Delirio, por una discusión política a los gritos que ayer incorporó un capítulo oscuro: la nieta de uno de los próceres modernos de esa patria, el ex presidente y novelista Rómulo Gallegos, denunció que fue profanada la tumba del autor, en el Cementerio General del Sur de Caracas. Según Theotiste Gallegos no sólo se llevaron ornamentos y trozos de mármol: también los restos de Gallegos y de su mujer, Teotiste Arocha.
Theotiste Gallegos, la nieta, dio la noticia ayer desde su cuenta de Facebook: “Se robaron mi historia y parte de la historia de cada uno de los venezolanos”, escribió.
Horas después, sin embargo, el alcalde del municipio caraqueño de Libertador, el chavista Jorge Rodríguez -ex vicepresidente del país- salió al cruce. No desmintió el daño material, del que hay fotos, pero sí aseguró en Twitter que “en su tumba reposan restos del gran escritor Gallegos”. Y agregó que llevarán a los familiares para que “con asistencia de un fiscal se evidencie presencia de sus restos”. Señaló que en la tumba hay una “vigilancia permanente” y repudió: “Es lamentable que algunos desesperados usen temas sensibles para beneficio político”.
En el mundillo político venezo- lano se especuló con que la profanación pudo haber sido el intento de crear tensión y aumentar controles para demorar el referendo revocatorio que podría desalojar al presidente Nicolás Maduro.
Al mismo tiempo, creció una segunda mirada. El poeta, historiador y curador venezolano en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Luis Pérez-Oramas, pintó para Clarín ese segundo nivel: “El cementerio ha sido objeto de sistemáticas profanaciones a lo largo
de los últimos años. Es uno de los sitios más peligrosos de la ciudad y las razones de las profanaciones son múltiples: desde el robo de materiales y el uso de tumbas para re-enterrar familiares en un cementerio que se convirtió en una tierra de nadie hasta el incremento considerable de rituales esotéricos que requieren el uso de restos humanos”.
En ese sentido, opinó que “muy probablemente” los profanadores ni sabían a quién profanaban. Se los llama “paleros” y pueden vender huesos desenterrados por una buena cantidad de dólares.
Desde la oposición política, Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional y líder del partido socialdemócrata Acción Democrática -que fundó Gallegoshabía culpado temprano al alcalde Rodríguez. Publicó en Twitter: “Hampón Jorge Rodríguez busca frustrar RR”, por el “referendo revocatorio” del presidente.
Esa votación, para la que ya se juntaron firmas, podría realizarse en octubre, pero el gobierno apunta a demorarla. Si se vota este año y Maduro pierde, deberá convocar a elecciones. Si el comicio es en 2017, podría designar un sucesor que finalice el período.
Pérez-Oramas encuadra el ataque frecuente a las tumbas en “una instantánea emblemática de la crisis nacional venezolana”. Y analiza: “La cultura, la civilización humana, comienza con el rito del entierro. La cultura, la civilización
humana, también concluye con la profanación del entierro”.
Desde Caracas, el escritor y dramaturgo José Tomás Angola, un habitual crítico del chavismo, renueva las acusaciones contra el gobierno. Dice: “Para cualquier venezolano la figura de Rómulo Gallegos representa la lucha entre la civilidad y la barbarie, como lo narra en su obra Doña Bárbara. Profanar sus restos, aparte de ser un acto grotesco, supone también un ataque directo al sentido democrático de este país”.
Rómulo Gallegos fue un escritor celebrado más allá de las fronteras de su país. Desde 1964 lleva su nombre el premio internacional de novela que el gobierno de Venezuela otorga cada dos años, uno de los más prestigiosos destinado a escritores hispanoamericanos. Entre otros, lo ganaron Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.