Clarín

“2091” Ciencia ficción con sello latino

Es la primera superprodu­cción del género realizada para TV en la región. Clarín recorrió los gigantesco­s escenarios y habló con el selecciona­do de actores.

- Adriana Schettini aschettini@clarin.com

Todo empezó con una idea. Un día, hace más de dos años, el autor argentino Andrés Gelós quiso escribir “una historia que no transcurra en la Tierra”, dice. Puso manos a la obra y convenció a Fox Latin Ame- rica de realizar 2091, la serie más cara de todas las realizadas hasta ahora por la empresa y su primera apuesta a la ciencia ficción.

Gelós tuvo dos cartas fuertes a la hora de negociar. Por un lado, en los 9 años que lleva trabajando para Fox hizo éxitos como Kadabra y Cumbia Ninja. Por el otro, 2091 aborda una problemáti­ca actual: la contaminac­ión, el agotamient­o de los recursos naturales, los videojuego­s, la tentación de los humanos de usar y abusar de la tecnología incluso a riesgo de acabar deshumaniz­ándose.

La acción se desarrolla en escenarios bien dispares. Por caso, una gigantesca ciudad apocalípti­ca construida en una fábrica de harina ubicada en el barrio Palo Quemado de Bogotá; una nave espacial levantada en los estudios de Fox Telecolomb­ia –la productora de la serie-; el desierto de la Tatacoa, con sus temperatur­as extremas y su paisaje desolado. En esos universos disímiles surgen tres historias de amor y “se plantea un gran dilema moral entre los personajes”, adelanta Jorge Stamadiano­s, Vicepresid­ente Senior de Desarrollo y Producción de Ficción de Fox Latin America. Al igual que los demás entrevista­dos durante esta visita al set, él se concentra en evitar los spoilers porque, asegura, en los 13 capítulos de la primera temporada abundan los misterios.

Decidida a no escatimar en los decorados hollywoode­nses que la trama exige, Fox logró armar un dream team de actores latinoamer­icanos. Protagoniz­ada por los colombiano­s Manolo Cardona y Angie Cepeda junto a los mexicanos Christophe­r Von Uckerman ( Kadabra) y Cristina Rodlo, el elenco incluye a los argentinos Ludovico Di Santo y Luz Cipriota, los chilenos Benjamín Vicuña y Gonzalo Vivanco, los mexicanos Damián Alcázar y Julio Bracho, los peruanos Salvador del Solar y Jason Day y el venezolano Jean Paul Leroux, entre otros.

Hasta donde se atreven a contar, la historia se desarrolla en el año que da el título a la serie: 2091. Los humanos llevaron el planeta al agotamient­o total. Allí donde reinaba la selva amazónica, ahora se alza Nueva Manaos - una ciudad tan grande como empobrecid­a, una Babel apocalípti­ca- cuya población

La historia se desarrolla en el año que da título a la serie de 13 capítulos, el 2091.

sobrevive a duras penas mientras la minoría habita en Ciudad Destino, el único reducto de bienestar. Los juegos virtuales están prohibidos en Nueva Manaos. Sin embargo, las competenci­as ilegales son allí para muchos su modo de superviven­cia. Veloz, la Corporació­n Neodimio recluta a siete de esos jugadores ( gamers) para disputar una partida extrema en la luna terraforma­da de Calisto. A bordo de “Colonus”, que es a la vez nave y consola de juego, compiten con la mira puesta en el premio: pasar a vivir en Ciudad Destino. Cada jugador tiene un ejército propio ante el que se presenta como un Dios. Esos guerreros libran batallas de artes marciales en el “Silo”, un enorme decorado metálico de 12 metros de altura. Pero todo eso cambiará cuando el gamer más veterano descubra la verdad siniestra que esconde el juego. Entonces, surgirá el gran dilema moral.

Camisa de jean, los rulos cayendo sobre sus hombros, el rostro sin maquillar. Así llega Angie Cepeda a la entrevista, y ya no hay dudas: es bella por derecho propio. “Esto es distinto de todo lo que hice hasta ahora”, dice, y se larga a hablar de su personaje, Lila. Madre soltera de un niño de 8 años, está obligada a pelearle al destino en la caótica Nueva Manaos. “Lila es fuerte, tiene una relación tormentosa con Ferrán (Cardona), es una gamer súper profesiona­l en el mundo del juego clandestin­o –detalla Angie-. Esa es su única forma de sobrevivir. Llegado un punto, debe tomar decisiones de vida o muerte relegando la moral a un segundo plano. Traté de no juzgar al personaje porque ella hace lo que hace en beneficio de su hijo”.

Nadie que ahora esté viendo a Ludovico Di Santo en La Leona (Telefe) diría que es la misma persona que se presenta en Bogotá ante el grupo de periodista­s que hemos venido a entrevista­rlo. Lleva una cresta roja en la cabeza. ¿Un mechón adherido como extensión a su cuero cabelludo? ¡Qué va! “Es mi pelo”, dice él mientras tironea las mechas y uno ahí repara en sus uñas esmaltadas en negro. “Ya no me las despinto cada vez que termina la grabación y hasta he dejado de usar gorra”, confiesa. Cansado de disimular en la vida real la apariencia de su personaje, Mefisto, luce igual que él en el set y en la calle. Un niño en Disney: eso parece Ludovico mientras relata la experienci­a de actuar en 2091 a la que entró mediante un casting. “Tengo 38 años, crecí viendo películas de ciencia ficción –razona-. Apenas me dijeron ‘nave espacial, jugadores de videojuego­s, irnos a la luna’, no dudé en presentarm­e”. “Porque la ciencia ficción siempre la hacen los gringos –argumenta-. Para hacerlo bien, es un género muy caro. No sé

 ??  ?? Una gigantesca ciudad apocalípti­ca. A la manera de “Blade Runner”, ésta fue construida en una vieja fábrica de harina, a las afueras de Bogotá.
Una gigantesca ciudad apocalípti­ca. A la manera de “Blade Runner”, ésta fue construida en una vieja fábrica de harina, a las afueras de Bogotá.
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