Clarín

Una feriante denunció a un comisario por abuso

La víctima es una feriante de 37 años, madre de dos hijos. La llevaron a la comisaría de Budge para exigirle que empezara a pagar 5.000 pesos de coima por semana. Hay un subcomisar­io y un oficial detenidos.

- Luis Moranelli lmoranelli@clarin.com

Es en Ingeniero Budge. Dijo que la atacó adentro de la comisaría.

La rueda de reconocimi­ento no había sido lo que ella esperaba. “Me mostraron fotos viejas, de deportes

en el recuerdo”, le contó a una amiga por teléfono, mientras esperaba sentada en un pasillo de los tribunales de Lomas de Zamora. Fue el final de la conversaci­ón, porque enseguida Liliana Herrera (37) comenzó a gritar y a golpear puertas: acababa de pasarle por adelante el policía al que había denunciado por abuso sexual. Hasta le había sonreído.

La insólita escena ocurrió el martes. El subcomisar­io denunciado, Omar Beckman, fue detenido en el mismo estacionam­iento de los tribunales, a partir de los gritos de Liliana. También cayó el oficial Gerardo Ibarra, señalado como uno de los agentes que trasladó a la víctima hasta la comisaría 10° de Ingeniero Budge, donde se habría cometido el abuso. Ambos ya fueron desafectad­os de la Bonaerense por orden del Ministerio de Seguridad. Dos días después, Liliana recibe a

Clarín. Relata su calvario con detalle. Madre de dos hijos, se quiebra, pero se seca las lágrimas y sigue. Cuenta que el 1° de junio, minutos antes de las 13, un móvil blanco frenó delante de ella sobre la avenida Olimpo, a metros de Elizalde. Ella estaba trabajando como seguridad en la feria que se arma allí miércoles y sábados, cerca de La Salada. Del patrullero bajaron tres agentes. “Me dijeron que me subiera porque si no me iban a meter de los pelos”, recuerda.

La mujer se acomodó en el asiento trasero. “Hicimos una cuadra y volvimos a parar. Uno de los policías se bajó para comprase un choripán. Dimos muchas vueltas antes de llegar a la comisaría”, relata Liliana, que además de trabajar como seguridad tiene un puesto de ropa junto a su marido, Claudio.

Durante el viaje hubo insultos y amenazas. “Me decían que me iban a ‘emperrar’ ya ‘escribir’. Que me iban a armar una causa para que quedara presa. Que hacía un mes que ellos estaban en la comisaría y que yo no me había acercado a ‘ba

jarles’ los sobres”, recuerda Liliana. La coima tenía suma establecid­a: 5.000 pesos por semana.

Una vez en la comisaría, la mujer fue trasladada hasta una oficina ubicada en el primer piso. “En un momento entró el subcomisar­io, sacándose las tiras de la camisa. Querían plata. Me hicieron sacar la ropa y me vaciaron la mochila”, explica. Liliana junta fuerzas para contar lo que sigue: “Estaba sentada en una oficina y el jefe me llamó. Me acerqué y me llevó a un cuartito de la terraza. Me agarró de los pelos y me puso contra la pared. Después sacó un papel en el que había varios nombres. ‘Acá está toda la gente que me paga. Vos también tenés que pagar’, me dijo”.

Su marido pide disculpas, se levanta y se va. Sabe lo que sigue. “Mientras me tenía agarrada, me

preguntó: ‘¿Qué estás dispuesta a entregar por tu libertad? ¿Cuánto vale?’. Después me empezó a besar y a tocar. Me desabrochó el pantalón y se bajó el de él. Yo me puse a llorar y le supliqué que no me hiciera nada. De repente paró y me ordenó que fuera a buscar a ‘Matías’. Todos se hacían llamar así”, dice Liliana. Los maltratos no terminaron ahí. “Me dijeron que me iban a matar y a tirar al río, y que nadie se iba a enterar que había estado ahí”, cuenta.

Pasaron más de 15 días y la escena se repitió muchas veces en su cabeza. Todo se interrumpi­ó gracias a la llegada de su marido, que había llegado alertado por un vecino que vio cuando la detenían. “Primero me negaron que estuviera en la comisaría. Y su nombre no estaba en el registro de la entrada”, explica Claudio.

Minutos después de las 18, Liliana apareció en la sala de entrada de la comisaría. Su marido la notó asustada, pero nunca imaginó lo que había pasado. “A las cuatro cuadras se quebró y empezó a contarme todo. Por suerte tuvimos la ayuda de dos policías honestos que nos aconsejaro­n qué pasos seguir. Al otro día hicimos la denuncia en la fiscalía”, detalla el marido.

El martes, Liliana fue citada a una rueda de reconocimi­ento fotográfic­o. Y dos de los acusados fueron detenidos ese mismo día. El subcomisar­io fue imputado por “privación de la libertad” y “abuso sexual gravemente ultrajante”; el oficial quedó acusado de “privación de la libertad” y “extorsión”.

Al relato de la víctima se suman dos documentos que los investigad­ores están analizando. “Luego de que la mujer hiciera la denuncia, se presentó en la fiscalía un policía con actuacione­s que, según dijo, se había olvidado de informar. Era una denuncia por extorsión contra Herrera. También se detectaron irregulari­dades en los libros de ingreso de la comisaría”, explicó a Clarín una fuente del caso.

Aunque la tranquiliz­a saber que el policía al que denunció por abuso está preso, Liliana teme por lo que le pueda pasar a su familia. “Nos amenazaron de muerte varias veces. Hay otros cuatro policías que estuvieron metidos en todo esto y que siguen libres. Nosotros, por miedo, nos tuvimos que mudar”, explica. Su abogado, Andrés Bonicalzi, resume el temor de la víctima: “Estos individuos, lejos de ser policías, constituía­n una verdadera mafia”.

 ?? JUAN JOSE TRAVERSO ?? Coraje. Liliana Herrera vio en tribunales al subcomisar­io que abusó de ella, lo corrió y logró que lo arrestaran. Tuvo que mudarse.
JUAN JOSE TRAVERSO Coraje. Liliana Herrera vio en tribunales al subcomisar­io que abusó de ella, lo corrió y logró que lo arrestaran. Tuvo que mudarse.

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