Los kirchneristas caen en su ley
A
lgo hay que reconocerle a los funcionarios kirchneristas: están muriendo en su ley. Contando dólares en cuevas o enterrándolos en bolsas. O sea, protegiendo el fruto de 12 años de trabajo sin descanso. Nada de terminar presos por zonceras políticas.
En estado de intensa alteración nerviosa, el kirchnerismo volvió a desparramar insensateces de tamaño familiar. Pero de familia Adams.
La mayor, no la más significativa, estuvo a cargo de Hebe de Bonafini. Dijo: “José López fue un infiltrado”. Un descubrimiento notable que se le había escapado
a todo el mundo. Durante 26 años López trabajó para los Kirchner.
López no sólo sembró nervios en Bonafini, llamada a indagatoria por los Sueños Compartidos que acabaron en una pesadilla de corrupción. El depositante nocturno también desató los nervios de Lázaro Báez. Los psiquiatras dicen que López está en sus cabales. Con ellos o sin ellos, cómo para no ponerse nerviosos: aunque fueran una parte de las coimas, todas las coimas de la obra pública pasaron por su mano.
Olvidándose convenientemente de que el juez Casanello también convenientemente se había olvidado de procesarlo, Báez confesó. Dijo que el juez estuvo con Cristina en Olivos. Se nota por qué la Real Academia incorporó el término quilombo a su diccionario. Es parte de este mismo, increíble quilombo que Cristina haya dicho que ella no le dio plata a López. Es lo único que faltaba. ¿Cuándo viene la parte en que le pedirá explicaciones por robar?
Antes, invocó a Rodolfo Walsh, escritor, periodista y militante desaparecido y autor de la valiente Carta a la Junta Militar en 1977. Cristina citó una referencia de Walsh a la miseria planificada, para criticar a Macri y compararse con Walsh. Si quiso hacerle un homenaje a Walsh, lo ofendió. Subirse a los hombros de Walsh para sacar chapa de progre da vergüenza ajena. La escritura, las ideas y la conducta han sido coherentes en Walsh. ¿Qué tiene que ver la millonaria de El Calafate con el dirigente montonero? Walsh y Cristina son el agua y el aceite. Si faltaba algo para corroborarlo, ahí está la plata sucia de López que se suma a la plata sucia de Lázaro y del otro López de los tragamonedas y de una serie interminable
que tiene en su cumbre a los Kirchner. De inaugurarse una escuela de corrupción, ya sabemos con qué nombre bautizarla.
Más que peronismo o incluso populismo, el kirchnerismo ha sido cinismo. Por eso este final. Presos que lloran, abogadas que parecen vedettes y marginales como D’Elía denunciando operaciones para tapar lo que todos ven: el famoso modelo se comprobó un modelo para robar.
Es parte del quilombo (sic Real Academia) argentino que anoche Cristina haya dicho que no le dio plata a López.