¿Un desafío adicional?

Marcelo Gallardo solicita refuerzos específicos, como hace en cada mercado de pases. No suele confeccionar nóminas con diferentes alternativas -como otros entrenadores-, estableciendo prioridades, tipo A (el ideal), B (una opción interesante) yC (lo que se puede conseguir, más barato que bueno). Palabras más, palabras menos, el Muñeco les anuncia a los dirigentes: “Quiero a éste o a ninguno”. Y no es sencillo que se aparte de su postura, salvo algún caso aislado (Joaquín Arzura, por ejemplo, no figuraba en su carpeta de preferencias para el semestre anterior). Quizás, los casos más emblemáticos sean los de Nicolás Bertolo y Tabaré Viudez, pedidos por Gallardo en dos mercados seguidos. Los dirigentes, al final, le dieron el gusto. Ya se sabe qué sucedió con esos dos niños mimados que terminaron, al cabo de una marcha intrascendente en el club, desalentando enormemente al técnico. Viudez jugó veinte minutos de ensueño, cuando ingresó en la semifinal de la Copa Libertadores ante Guaraní y asistió de manera formidable a Alario para el 1-1 que otorgó el pasaje a la final. Y punto. Bertolo, directamente, casi no se hizo ver en la cancha. ¿Les pesó la camiseta, grandiosa y exigente como pocas? ¿Los maniató la presión? ¿Los superó la coyuntura? ¿Los arrastró el bajón del equipo? Sea lo que fuera, uno y otro quedaron en deuda con River y, más que nada, con su mentor: Gallardo.

Todavía no se sabe qué será del porvenir cercano de Bertolo y de Viudez (River regresa al trabajo el lunes que viene). En un momento, pareció que su ciclo en Núñez estaba cumplido y que se hallaban más cerca de cruzar el portón de Figueroa Alcorta que de quedarse. Ahora, mientras los refuerzos tardan en llegar bastante más de lo que el Muñeco imaginaba (siempre quiere empezar la pretemporada con el plantel lo más completo posible), la situación de ambos se encuentra inmersa en una nebulosa. Si a Bertolo y a Viudez se les extiende otra oportunidad en River, Gallardo se topará con un desafío atractivo: recuperarlos, lograr que dejen de ser triviales y pasen a ser vitales. Y demostrar que él no se equivocó al elegirlos.