Zverev, ¿jugador o modelo?
Alexander Zverev no sólo comparte junto a Nick Kyrgios, el top ten Dominic Thiem, Borna Coric, Taylor Fritz y Andrey Rublev, la punta de la pirámide del futuro del tenis. El alemán, de 19 años y 38° en el ranking mundial -es el teenager mejor ubicado- empezó a ser también en 2016 un símbolo del deporte súper profesional de estos tiempos que le dan a la imagen de los atletas una importancia que está casi al mismo nivel de los resultados que se consiguen adentro de una cancha (¿o cuál de los dos factores estará primero?).
Como sucedió con Andre Agassi en 2005, cuando un año antes de su retiro revolucionó el marketing deportivo al cortar su vínculo con Nike para convertirse en un símbolo de Adidas, Zverev hizo lo mismo esta temporada y dejó la pipa estadounidense para sumarse a las tres tiras alemanas y ser parte de un grupo de enormes jugadores que además integran Berdych, Tsonga, Muguruza, Kerber, Halep, Ivanovic y Wozniacki como sus caras más representativas.
Y mientras Head (raquetas) renovó su contrato con el chico de tenis explosivo y raíces rusas, la marca de relojes Richard Mille también lo acaba de sumar a sus filas. Esto sucede a poco menos de dos semanas de Wimbledon y, como en el mundo de los negocios nada es casualidad, la firma suiza fundada por un francés en 1999, que no tendrá a su mejor cliente (Rafael Nadal) en el torneo más importante del mundo, aprovechó la apertura de un local en Munich para hacer el anuncio de su relación con Zverev, quien lucirá en su muñeca una joya de algo más de 18 gramos de peso pero unos cuantos miles de euros de valor.
Zverev no es Agassi. Ni tenística ni marketineramente. Al menos por ahora. Pero así como se dice que el estadounidense fue quien mejor y mayor uso le dio a su imagen para que sus ganancias oficiales fueran apenas el 20 por ciento de lo que en realidad facturó (y sigue facturando), el alemán va en su camino. Aún no ganó un título, apenas jugó una final en el circuito y ya pasó el millón de dólares sólo por jugar al tenis. Para él, lo mejor, todavía está por venir.