Cruces entre Bullrich y la provincia por los gendarmes
Aunque varios de sus protagonistas se encargaron de desmentir los rumores, la relación entre el gobierno de Santa Fe y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich –ríspida desde los desencuentros en la búsqueda de los prófugos del triple crimen de la efedrina–, no atraviesa su mejor momento. Dos semanas atrás, tras la primera marcha “Rosario Sangra”, se anunció un plan integral que incluía la llegada de 3.000 gendarmes a las zonas más calientes de la provincia. Sin embargo, el desembarco está frenado. Las diferencias se centran en el manejo de las Fuerzas de seguridad. El Gobierno nacional quiere unificar todo en un comando que esté bajo su supervisión, mientras que la gestión de Miguel Lifschitz no acepta ceder el control sobre la Policía provincial.
“El gobernador no puede decir que la Policía ha mejorado cuando en cada caso de drogas hay policías involucrados y en los últimos dos
meses se volvió a disparar la tasa de homicidios”, declaró ayer Bullrich. Y acusó: “No quiere asumir el compromiso de depurar y hacer cambios estructurales”.
Más temprano, Lifschitz había dicho que el acuerdo con el Gobierno no corría riesgo, aunque admitió que no había precisiones sobre cantidad de agentes, plazos y lugares en lo que iban a trabajar. Además, descartó la posibilidad de ceder el manejo de su Policía.