Si recupera el revés, no tiene techo

Su drive, al menos con lo visto desde Río de Janeiro, es hoy el mejor del circuito.

Ya había vuelto en los Juegos Olímpicos. Y en Flushing Meadows lo ratificó. Todo, más allá de los resultados. Pero ahora, cuando él mismo sabe que ha regresado, Juan Martín Del Potro es consciente que deberá ajustar la tuerca en el revés, el único aspecto de su juego que todavía no está al 100 por ciento por obvias, conocidas y viejas circunstancias.

De todos modos, el tandilense también confirmó en Nueva York que de a poco va consiguiendo la mejor versión de ese golpe y que para que eso suceda deberá fortalecer su muñeca para poder recuperar a pleno dos movimientos: el de la pronación, que es la rotación para adentro para sumarle el efecto de top spin; y el de la flexión, con la que se consiguen tiros con un mejor ángulo. La aceleración será la frutilla del postre para que Del Potro vuelva a tener dos misiles de ambos lados desde el fondo de la cancha. Porque su drive, al menos con lo visto desde Río de Janeiro, es hoy el mejor del circuito por la potencia inusual que desata y que es aún más imponente desde que cambió la tensión del encordado, ya que pasó a usar 58 libras (usaba 63 cuando ganó el Abierto de Estados Unidos en 2009) para despedir más, aunque con un menor control.

Con su derecha y su revés a pleno que le permiten jugar más cerca de la línea de base, con su tremendo saque, incluso con su muy buen revés con slice (ya con Franco Davin lo había empezado a practicar para neutralizar ese efecto de Federer con el mismo golpe que lo atormentaba) que le permite mantener a sus adversarios en una actitud defensiva y con una mejoría notable en la red que puede aprovechar con sus approaches, Del Potro sólo necesitará más partidos del nivel de los que tuvo este año ante jugadores como Berdych, Wawrinka, Djokovic, Nadal, Murray o Thiem, por ejemplo.

Con más circuito encima, no hay techo para un enorme jugador. Por eso, ahora que está sano, el futuro es todo suyo.