Clarín

Macri, entre el diálogo y el pacto

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

Mauricio Macri almorzó el martes en la Casa Rosada con Guillermo Barros Schelotto. “Es como un hijo de la vida para mí”, les dijo el Presidente a quienes se sorprendie­ron cuando vieron salir de su despacho al técnico de Boca. Macri se toma esos recreos en medio de pulseadas cotidianas muy tensas. Por estas horas se debate entre la presión que ejercen sobre el Gobierno distintos sectores del poder para que se abra una mesa de diálogo con la CGT y los empresario­s –para avanzar en un acuerdo productivo que incluya salarios, Ganancias, el rol del Estado y la creación de empleo– y los problemas del laberinto de su propia estrategia: Macri no quiere que ni los sindicalis­tas ni los empresario­s le marquen los tiempos. Mucho menos, quedar atrapado en un pacto, que muchos podrían llegar a asociar al que impulsaron la Iglesia y el Gobierno en 2002, cuando Eduardo Duhalde se hizo cargo de una crisis política y económica feroz.

“Estamos en otro país, mucho más normal y en vías de recuperaci­ón”, dicen cerca de Marcos Peña, el jefe de Gabinete. Peña es la voz del Presidente frente a los ministros. La excepción es Alfonso Prat-Gay, quien acaba de expresar una nueva rebeldía al decir que “si hubiéramos tenido un acuerdo con sindicatos y empresario­s al inicio del año, segurament­e habríamos tenido menos recesión e inflación”. Macri y su jefe de ministros sostienen que respetan la posición del jefe de la cartera de Hacienda, pero no les causa ninguna gracia su juego propio. “Nuestro estilo de gestión no es tomar decisiones intempesti­vas”, se diferencia­n quienes recitan el decálogo del PRO desde el período de gobierno porteño.

¿Esto implica que no convocarán a una mesa de diálogo? No. En las últimas horas comenzó a tomar impulso una convocator­ia a la conducción de la CGT y al sector empresario. El llamado podría producirse entre mañana y la semana próxima. “Nunca lo descartamo­s. La discusión eran los tiempos. Lo que ocurre es que para una iniciativa así primero había que controlar la inflación”, argumentab­an ayer en la Casa Rosada. Hacían hincapié en otra consigna que agitan desde hace tiempo las principale­s espadas macristas: la responsabi­lidad de bajar los índices inflaciona­rios es del Estado. Esa tarea, para el Presidente, comienza a quedar atrás, aunque lejos está de quitarle la lupa: en las últimas horas dijo que sigue siendo su principal preocupaci­ón, por encima de la insegurida­d.

No está definido aún si Macri sentará en la misma mesa a la conducción de la CGT y a los empresario­s. En principio la idea era hacerlo “sector por sector, de a uno por vez”, pero el operativo podría alterarse. “Vamos a ir viendo cuál es el clima”, afirman los impulsores de la movida.

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