Clarín

Colombia votó por la “post-verdad”

- Carlos Pérez Llana Experto en Relaciones Internacio­nales. Universida­d Di Tella y Siglo 21

Cuando la política está cuestionad­a, las institucio­nes no contienen y los medios de comunicaci­ón no son creíbles, se imponen respuestas simples para problemas complejos.

Finalmente en Colombia una pauta que se viene imponiendo en el mundo se ha vuelto a repetir:

triunfó la “política de la post- verdad”. En otras palabras, en circunstan­cias donde la política está cuestionad­a, donde las institucio­nes no contienen, donde los medios de comunicaci­ón no son creíbles, al igual que los expertos y el mundo académico, donde se imponen las respuestas simples para los problemas complejos y donde por la web circulan muchas falsas verdades; cuando todo eso ocurre y la gente vota, muchas veces lo hace apoyando un relato desprovist­o de verdades. Es tan fuerte el peso de la mentira que hasta las encuestas sucumben: ¿los entrevista­dos mienten o fallan las técnicas?

El voto es un voto contra. Un voto contra las élites; contra los “poderes ocultos”; contra un mundo exterior que conspira contra el relato de los líderes esclarecid­os. Esos liderazgos encarnaría­n, en el momento del sufragio, la verdadera identidad nacional. Paradójica­mente, en el día después la desilusión embarga a todos. Los que votaron la “política de la post-verdad” quedan confundido­s como diciendo no sabíamos que podíamos equivocarn­os tanto.

Los que votaron “bien”, a favor de la refrendaci­ón del Acuerdo con las FARC y en contra del Brexit, no pensaron que convivían con esa otra mitad. Conclusión, a todos les llegó la hora de revisar sus posiciones maximalist­as. El tema es cómo se hace para corregir el producto de un instrument­o electoral muy peligroso: la consulta. Se trata de la foto de un momento, cargado de sensacione­s y desprovist­o de razones.

En Londres, la primera ministro Theresa May dudó antes de ponerle una fecha al inicio de la separación con Bruselas. En el seno del gobierno conservado­r algunos quieren “irse y quedarse”, otros quieren romper todos los vínculos con el Continente. Un regreso al espléndido aislamient­o. Y en Bogotá, ¿qué comienza a discutirse? El presidente José Manuel Santos reaccionó inteligent­emente. Luego del triunfo del No rápidament­e propuso la creación de una Comisión Especial para el Diálogo, un mensaje al ex presidente Uribe, el ganador indiscutid­o del plesbicito. Las FARC tam-

bién tuvieron buenos reflejos: hablaron de paz, tratando de mantener el espíritu del Documento de casi trescienta­s páginas que la gente votó, aunque segurament­e pocos leyeron y comprendie­ron. Un típico problema que se repite en las consultas: al final la gente termina votando a favor, o en contra, del gobernante de turno.

El Bloque del No al Acuerdo con las FARC postula reformarlo. La “política de la post verdad”, encarnada en Alvaro Uribe, instaló exitosamen­te una verdad no

comprobabl­e: “se pudo haber negociado de mejor manera”. Ahora bien, ¿eso qué significa? Significa que quieren ver presos a los responsabl­es de crímenes de lesa

humanidad; que postulan la ilegilibil­idad para los señalados por delitos atroces y además pretenden apoderarse del mítico botín

de las FARC para reparar a las víctimas. Sin acceso a la política y con cárcel a la vista, cuesta pensar que las FARC acepten esas condicione­s. En cuanto al capital de la guerrilla, según los uribistas fruto de secuestros, del narcotráfi­co y de la minería ilegal, nunca se supo dónde está radicado y a qué cifra alcanza. En verdad pretenden una rendición, aunque en el campo militar nunca hubo una derrota. Justamente, para salir de esa histórica impasse el presidente Santos concibió el Acuerdo que acaba de ser rechazado por la mitad de los electores. Los seguidores del NO olvidan, o ignoran, detalles no menores. En el pasado Alvaro Uribe lideró iniciativa­s que guardan bastante semejanza con algunos puntos del cuestionad­o Acuerdo. Así supo promover el perdón a los desmoviliz­ados de la guerrilla del M19; impulsó su reconversi­ón política y otorgó recursos económicos del Estado a guerriller­os y paramilita­res. Pero de eso no se habla. Así es la “política a la hora de la post- verdad”. Donald Trump, un epítome de esta po

lítica, por años afirmó que Barack Obama había nacido en Kenia; acaba de reconocer que se equivocó. El mismo Trump en el reciente debate con Hillary Clinton sostuvo que se opuso a la invasión a Irak, una mentira que la candidata desnudó en pantalla. Finalmente Vladimir Putin, otro militante de este espacio, afirmó que no hubo tropas rusas en Crimea y que sus misiles no derribaron al avión de Malasyan Airways.

Cuesta pensar cómo reformar el malogrado Acuerdo con las FARC. Felizmente el presidente Santos apeló a una consulta electoral. Un país fracturado jamás hubiera tolerado que un instrument­o de esa naturaleza fuera consagrado por la

vía institucio­nal. No hubiera habido paz. Desafortun­adamente Colombia acaba de entrar en un limbo político. Inestabili­dad política e incertidum­bre económica probableme­nte signarán la fase final del actual período presidenci­al.

 ?? HORACIO CARDO ??
HORACIO CARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina