Clarín

Medición de la pobreza: el fin del oscurantis­mo K

- Rodolfo Rodil Pte. de Fundación Fundar. Ex Vicepresid­ente de la Cámara de Diputados

Urge que el Gobierno movilice los recursos del Estado para proteger a los sectores más vulnerable­s y reducir la pobreza.

El INDEC dio a conocer la semana pasada índices de pobreza que arrojan un resultado alarmante. Un 32,2% de la población tiene ingresos por debajo de la línea de la pobreza y, dentro de ese universo de pobres, 6,3% son indigentes; o sea sus ingresos no alcanzan a cubrir sus necesidade­s alimentari­as.

Esta realidad se agrava cuando observamos que la pobreza infantil afecta al 47,4% de nuestros niños. Estos números, ocultados o tergiversa­dos por el gobierno kirchneris­ta, son una radiografí­a de la crisis social en la que se encuentra nuestro país.

Después de años de crecimient­o económico a “tasas chinas” y de jactancia del gobierno K, cuyo Jefe de Gabinete sostenía que Argentina tenía menos pobres que Alemania, emerge con toda contundenc­ia una realidad que no figuraba en el relato: uno de cada tres argentinos es pobre y uno de cada dos niños también lo es.

La aplicación del modelo de “diversific­ación productiva con inclusión social” concluyó con trece millones de pobres, de los cuales cuatro millones y medio son menores de catorce años y casi dos millones y medio, indigentes. Los ganadores de la “década ganada” fueron un puñado de empresario­s amigos del poder, un grupo de funcionari­os corruptos y las máximas autoridade­s del país, mientras el resto de los argentinos seguíamos viviendo en una sociedad desigual, en la cual la violencia, la injusticia y la corrupción eran moneda corriente.

Ahora bien, el sinceramie­nto estadístic­o es bienvenido, pero debe ir acompañado de una batería de medidas económicas, sociales, educativas y sanitarias tendientes a paliar la situación de quienes viven en la pobreza. Y esa responsabi­lidad recae en el actual gobierno. No basta con mostrar la realidad, se debe gobernar para modificarl­a. Es aquí donde surgen grandes interrogan­tes en relación a las acciones emprendida­s para avanzar en el proclamado objetivo de “pobreza cero”.

La extensión de la Asignación Universal por Hijo, la implementa­ción de la tarifa social o la continuida­d del plan Argentina Trabaja, por citar alguna de las medidas tomadas, lucen insuficien­tes para revertir la situación y reducir la pobreza.

Por el contrario, según el Observator­io de la Deuda Social de la UCA, durante el primer trimestre de este año, la pobreza se incrementó entre 3 y 4%, lo cual indicaría que el rumbo seguido para ordenar la macroecono­mía impacta fuertement­e en los segmentos de menores recursos, registránd­ose un fenómeno de movilidad social inversa, por caída de ingresos en el sector de trabajador­es informales.

Para evitar que los costos del reordenami­ento macroeconó­mico lo paguen los más débiles y aumente la desigualda­d, urge que el Gobierno movilice los recursos del Estado para proteger a los sectores vulnerable­s y desarrolle una estrategia económica que no se base, únicamente, en atraer inversione­s, sino que ponga particular énfasis en la distribuci­ón progresiva del ingreso.

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