Clarín

“Miss Peregrine y los niños peculiares”, d e Tim Burton, se destaca entre los estrenos.

El universo oscuro de Burton, en su esplendor en este filme de aventuras para adultos con alma de niños.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Si bien es un error común caer en decir que las películas de Tim Burton son para un público de niños, Miss Peregrine y los niños peculiares encaja y se nutre de una novela para jóvenes adul- tos, como está de moda definir a los adolescent­es crecidos y adultos con alma de chico.

Precisamen­te un adolescent­e ( un crecido Asa Butterfiel­d, de

La invención de Hugo) viaja en el tiempo hasta la Segunda Guerra Mundial, y halla en una escuela inglesa para chicos diferentes (una levita porque es más liviana que el aire; otro es invisible; una tercera crea fuego, y así) la respuesta a un misterio que le dejó su abuelo en Florida, que acaba de fallecer en circunstan­cias por lo menos curiosas, horrendas e inexplicab­les: le faltan los ojos.

Los fans de Burton ya pueden frotarse las palmas de las manos, porque hacía mucho tiempo que el director de La leyenda del Jinete

sin cabeza no plasmaba y lograba en paralelo confeccion­ar una historia y unas imágenes tan bien diseñadas y coherentes dentro de su universo. No vale la pena contar qué cosas suceden a Jake en esa mansión derruida en el presente y espléndida en 1945, porque es mejor que el lector y probable espectador las vaya descubrien­do por sí mismo. A excepción de El planeta de los

simios, una película hecha por encargo y en la que es difícil encontrar rasgos del universo burtoneano, las realizacio­nes del director de El Joven manos de tijera y

Frankenwee­nie tienen un estilo reconocibl­e. No sólo por el color y la dirección de arte, no es por la estética o la música en la mayoría de las oportunida­des de su amigo Danny Elfman, sino por sus personajes. Parecen cortados por la misma tijera, son solitarios, con suerte encuentran el amor y se enfrentan a un universo entre desconocid­o, desconcert­ante y único.

Burton ha combatido para que el mundo del cine moderno, lleno de CGI y efectos, no se deglutiera sus historias, esto es, su manera de entender el cine. En El planeta de

los simios no lo logró. Y en Miss

Peregrine y los niños... corrió el riesgo, se ve, hasta donde pudo. En la última media hora, eso que fabrica Hollywood para llenar los ojos gana en la pantalla. Lo técnico cierne su sombra sobre el relato.

Cada espectador sabrá, y querrá o no querrá ver lo que quiera, y entenderá si los recovecos que fue dejando abiertos Burton está bien resueltos o no. Inefable como siempre, hay metáforas tal vez innecesari­as -los monstruos a los que hacía referencia el abuelo paternal (Terence Stamp) para hablar de la Polonia que dejó-. Burton nunca fue lo que se dice un eximio director de los actores que no cumplen un rol protagónic­o, y por eso Eva Green como la directora del Hogar para niños peculiares está fría y debía ser más cálida, Judi Dench pasa casi desapercib­ida y Samuel L. Jackson hace de Samuel L. Jackson.

Queda(rían) dos libros más para llevar al cine de la trilogía creada por Ransom Riggs. La respuesta del público, en masa o en cuentagota­s, determinar­á el futuro.

Así estamos.

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Personajes especiales. En una batalla épica... a lo Tim Burton.

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