“Seguramente, Dios creó a las madres para que el amor y la ternura cobraran forma”
¡Qué hermoso milagro es el de dar vida! De las madres, podríamos expresar que también son representantes de Dios, porque seguramente él las creó para que el amor y la ternura cobraran forma. Y suelen sentir que la maternidad las embellece de tal manera, que a veces olvidan el embellecerse. Y hay muchas ocasiones en que la circunstancias del embarazo y del parto pueden transformar una mujer indigna en una madre sublime.
No es muy conocido el hecho que la celebración del Día de la Madre, del que hoy me permito adelantar su celebración, tiene centenas de años. Ya en el período paleolítico, en las cavernas, se las homenajeaba. En nuestro país lo implementó la Iglesia por estar este mes de octubre dedicado a la Virgen María. Ya en la Grecia antigua se la honraba en honor a Rhea, diosa mitológica, por ser la gran madre, entre otros, de los dioses Zeus, Neptuno y Poseidón. Los romanos imitaron a los griegos y lo celebraban durante tres días, desde el 15 de marzo. En nuestro continente americano, se la homenajea desde 1914. El Congreso de EE.UU., en esa fecha, aprobó la ya citada celebración para el segundo domingo de mayo. Aunque honrar la maternidad fue característica de las culturas que poblaron Mesoamérica, incluso antes de la conquista. Los aztecas, por ejemplo, rendían culto a la madre de su dios Huitzilopochtli y le dedicaron a ella hermosas esculturas en oro y en plata, hecho que además de revelar un alto sentido artístico, denotaba la importancia que concedían a la maternidad. Una circunstancia curiosa es que en la mayoría de los países en que se conmemora, se celebra en el mes de mayo, especialmente en nuestro continente: México, El Salvador, Guatemala, Brasil, Canadá, EE.UU., Colombia, Cuba, Uruguay, Venezuela, Paraguay, Bolivia, República Dominicana. Una excepción es Costa Rica, donde se festeja los 15 de agosto. También lo conmemoran en la India, Australia, Alemania, China, Italia, Japón, Francia, Inglaterra. Este fue el primer país europeo en adoptar esta celebración, ya en el siglo XVII. Anualmente, otros 50 estados también celebran ese día.
A través de esta nota en Clarín he querido sumarme en un homenaje a toda mujer, haya sido madre o no. Y a las que han tenido hijos, como un reconocimiento a la circunstancia, que así como para los seres humanos lo más sagrado es su propia existencia, las madres son una excepción porque privilegian la vida de su hijo a su propia vida. Es que mientras existan madres, no morirá la ternura.
No podemos ignorar que en la gama de madres se dan todos los colores, porque el sólo hecho de tener hijos casi no alcanzaría a lograr la categoría de madre, dado que es evidente que existen madres sin amor, pero semejan máquinas, aunque menos perfectas. Reitero, finalmente, que en realidad he querido hacer extensiva esta celebración a todas las mujeres con verdadero espíritu maternal, que por sentimiento, también son madres. Aunque no hayan tenido hijos.
José Narosky
ESCRITOR