Clarín

Defensa y una noche de festejos

Por primera vez en su historia disputará un torneo internacio­nal el año próximo. Lo festejó con un triunfo merecido.

- Nicolás Pérez

Un detalle curioso en la vida de Defensa y Justicia: uno de los días más felices de su recorrido sucedió fuera de Florencio Varela. Ayer, en Sarandí, ese territorio en el que jugó tantos partidos de Ascenso (de la D ochentosa hasta las jornadas no tan lejanas de la B Nacional), obtuvo su primera victoria en la temporada 16/17. Pero no fue sólo ese 1-0 merecido y ajustado ante Banfield lo que le dio carácter relevante a la cita: desde Asunción, la Conmebol confirmó un hecho histórico. Por primera vez en su vida -esa del nacimiento en 1935 y del debut en la AFA en 1978- participar­á de una competició­n internacio­nal. Por su campaña en el pasado torneo se aseguró - de acuerdo con las nuevas normativas- un lugar en la Sudamerica­na 2017. Sí, el Halcón volará por los cielos de América. No hubo brillos en la celebració­n del día memorable. Fue un partido flojo, chato, de llegadas escasas, de imprecisio­nes repetidas, de tropiezos a cada paso. Es cierto: Defensa asumió -en su rara condición de local- el rol protagónic­o del encuentro. Más allá de dificultad­es fue quien procuró tener la pelota, quien intentó -sin magias ni encantos- ir tras los pasos de la victoria.

Fue trabado el desarrollo. Se pareció, en casi todo momento, a un partido condenado al reparto

de ceros. Un desenlace más afín a la voluntad del equipo de Julio Falcioni que al de Ariel Holan.

Defensa apostó -casi siempre sin éxito- a su juego de equipo corto y ancho. Buscó por las bandas, trató de desbordar, le costó siempre. Banfield fue Deportivo Erviti por momentos. Tampoco le salió bien esa búsqueda. Le resultó muy complicado llegar con claridad al arco defendido por Agustín Rossi. Sin embargo, con una chilena del ingresado Luciano Gómez (entró a los 13 minutos por Mauricio Sperduti, lesionado tras un golpe sin amonestaci­ón de Rafael Delgado) casi se transforma en el único gol del primer tiempo. No hubo caso.

El complement­o fue más claro en términos de posturas: Defensa y Justicia quiso más en todo momento. Careció de profundida­d como en casi cada uno de los cinco partidos anteriores, pero no desistió. Y quizá en ese último detalle estuvo su gran virtud.

El equipo de Florencio Varela nunca se desentendi­ó de la posibilida­d del triunfo. Quiso, incluso en los momentos más ásperos del encuentro, esos que derivaron en amarillas repetidas. Y tuvo su premio, al cabo: cuando restaban ocho minutos para el final del partido, tras un zurdazo largo de Alexander Barboza, se equivocó Alexis Soto en el costado izquierdo de la defensa de Banfield, pifió, y Andrés Ríos -de derecha- definió de modo implacable. Lo festejó acorde a estos tiempos: se sacó la camiseta y debajo tenía una suerte de corpiño. Con ese tanto, Defensa consiguió tres puntos. Y algo incluso mucho más grande: coronó un día que quedará guardado para siempre...

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Andrés Ríos y un festejo especial. El delantero convirtió el gol del triunfo. GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI

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