Clarín

Un rosario papal no se le niega a nadie

- Ricardo Roa

Carrió le trabó a Macri el acuerdo largamente amasado con Pichetto y con Massa para sacarse de encima y sacarle al país de encima a la procurador­a Gils Carbó. Desató una tormenta en Cambiemos y forzó al macrismo a virar de apuro hacia el plan B, muy difícil o casi imposible de ejecutar: el juicio político que requiere de mayoría especial en el Congreso.

Las razones de Carrió no son tan simples como lo quiso expresar con eso de que “yo no voy a votar una ley que tiene nombre y apellido”. El proyecto limita a cinco años el mandato ahora infinito del procurador y sería retroactiv­o para el de Gils Carbó que debería cantar las hurras el año próximo.

Gils Carbó no es una jueza pero es un espejo de la Justicia que sostuvo la impunidad de

la gestión kirchneris­ta. Hasta fundó una asociación cuyo título lo dice todo aunque al revés: Justicia Legítima.

Recibió de Cristina la orden de cargar contra el fiscal Campagnoli por investigar a Lázaro Báez. Campagnoli se había convertido en peligroso para secretos del kirchneris­mo que ya no lo son o no lo son tanto y que aún desvelan a la ex presidenta. Gils Carbó intentó echarlo con la increíble excusa de mal desempeño.

El fiscal Gonella, mano derecha de Gils Carbó, está procesado por hacer la vista gorda con los negociados de Báez y de la familia Kirchner. Zoni, otro fiscal de Justicia Legítima, fue trasladado sin escalas de Santiago del Estero a Comodoro Py para pedir la indagatori­a de la madre y de la tía del fiscal Nisman. Logró la proeza de hacer aparecer culpable a la madre del fiscal muerto sin encontrar un culpable para la muerte del fiscal.

La procurador­a hizo ingresar por la ventana a otros obsecuente­s. Un batallón de fiscales

militantes con la misión teórica de aplicar un código que no entró en vigencia y con la misión real de proteger a funcionari­os denunciado­s por corrupción.

Carrió detonó una polémica jurídica. Cuestionó ir por el margen de leyes actuales cambiándol­as por lo que quiere o necesita el Go- bierno. Otros sostienen que éste no es el caso: no hay derecho adquirido por Gils Carbó por el hecho de haber sido designada en el cargo. Sólo los jueces tienen ese derecho. Las razones políticas se comentan menos y tienen mayor peso. Dicen que Carrió aprobó el proyecto cuando Mario Quintana y Fabián Rodríguez Simón se lo llevaron a su casa. Después se armó la Comisión Bicameral y la presión de Massa con un premio exagerado: la presidenci­a para Graciela Camaño y la atribución de avalar o lo que es lo mismo rechazar las designacio­nes de fiscales. La pelea de Carrió con Massa está en el fondo de este lío. Hace un mes, ella y Camaño se sacaron chispas. Carrió llamó Barrionuev­o a la jefa del bloque massista y Camaño le contestó: “Soy Graciela Camaño de Barrionuev­o. Y por suerte he podido tener una familia”. También está la pelea con Daniel Angelici, que no tuvo nada que ver con el proyecto y al que Carrió impuso un impediment­o de contacto con los jueces.

Es posible que Gils Carbó aunque escuche ruidos de serrucho en el piso no deje de sonreir. Sigue con la silla atada o mejor sería decir

atada a la silla. Cristina decía que una cautelar no se le niega a nadie. Se podría agregar: un rosario bendecido por el Papa tampoco. Es lo que Gils Carbó dice le llevó el diputado Gustavo Vera. A Gils Carbó la puso la política. Es la política la que la tiene que sacar.

Carrió le volteó a Macri el acuerdo para correr a Gils Carbó, que recibió de Vera un rosario papal

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