Otro problema para Maduro: degradaron la deuda de Pdvsa
Fue por el canje acordado por 2.800 millones de dólares en bonos que vencían en 2017 por otro al 2020.
Petróleos de Venezuela (PDVSA) es hoy un poco menos digna de crédito que a comienzos de esta semana. Standard & Poor’s (S&P) degradó el martes la calidad de su deuda y la
llevó hasta “default selectivo”. El motivo, según la empresa estadounidense de calificación de riesgo, fue el canje acordado el lunes entre la petrolera estatal venezolana con sus acreedores por 2.800 millones de dólares en bonos.
Los acreedores de PDVSA accedieron a cambiar títulos por 2.800 millones de dólares, que vencían en abril y noviembre de 2017, por un total de US$ 3.400 millones en bonos con vencimiento en 2020. “En nuestra opinión, los inversores recibirán menos de lo que se les había prometido en los títulos originales porque el calendario de pagos se retrasa al posponer el vencimiento de los nuevos bonos“, justificó S&P en un comunicado. Aunque el canje fue voluntario, S&P consideró que empeoraron las condiciones y que, por ello, la petrolera incurrió en default técnico.
Además de una prima de hasta 22% sobre el principal adeudado, los nuevos títulos incorporan garantías que los anteriores no tenían: en el eventual de un impago, los bonistas tendrán derecho a quedarse con el 50,1% de Citgo, una subsidiaria petrolera de Petróleos de Venezuela en Estados Unidos. Para Venezuela, significó patear pagos hacia delante. Aunque suene irresponsable, la estrategia podría tener sentido si en los próximos años sube el precio del petróleo y mejoran las perspectivas económicas de la petrolera, como predicen muchos analistas.
Ante el colapso económico que vive el país, no sólo el precio de los bonos de PDVSA se ha derrumbado. Al que se atreve a comprar hoy títulos de deuda soberana venezolana le ofrecen rendimientos de hasta
46%, el máximo entre los mercados emergentes. El gobierno de Nicolás Maduro está dando prioridad a los vencimientos de deuda frente a las importaciones de insumos
básicos y de alimentos. De no hacerlo, se expone a perder también los ingresos del petróleo venezolano, que representa el 96% de las exportaciones del país. Un default afectaría gravemente a PDVSA, cuyos activos en el mundo podrían ser embargados, pero también al resto del mundo: entre los bonos de deuda soberana y los de la estatal PDVSA, la deuda en moneda extranjera de Venezuela asciende a unos US$ 65 mil millones.
A fines de 2017 Venezuela tendrá que desembolsar unos US$ 15 mil millones de dólares en vencimientos de deuda. Las reservas del banco central venezolano, que a principios de 2015 eran de US$ 35 mil millones, hoy suman unos US$ 12 mil millones. Los dólares que faltan para pagar los vencimientos deberían llegar por los hidrocarburos. Entrevistada por The Financial Ti
mes, la jefa de la consultora Nomura, Siobhan Morden, estimó que en 2016 el petróleo venezolano podría dejar en el país US$ 8.800 millones limpios, y otros US$ 12.800 millones en 2017 (si se cumplen los pronósticos y suben los precios). El proble- ma es que, además de pagar deuda, esos dólares también hacen falta para importar remedios, alimentos y otros insumos básicos de una población que ya sufre el hambre y la desatención sanitaria. Por no hablar de las inversiones necesarias para recuperar la propia industria petrolera. Por los sueldos que no alcanzan para vivir, muchos operarios se saltan los turnos. Junto con la falta de inversión en los equipos y el éxodo de las multinacionales, cansadas de que no les paguen las deudas, la producción ha caído drásticamente: en septiembre fue de 2,3 millones de barriles por día, un 11% menos que un año antes.