Clarín

El ISIS tiene una estrategia ingeniosa

- Fawaz A. Gerges Profesor de Relaciones Internacio­nales en la London School of Economics

El denominado Estado Islámico (ISIS) sigue planteando un grave desafío no sólo a Medio Oriente, sino al mundo entero. Los esfuerzos de una coalición liderada por Estados Unidos debilitaro­n a la milicia, pero destruirla demostró ser difícil, y el grupo sigue alentando atentados en lugares remotos, de Bruselas a Bangladesh.

Para comprender cómo derrotar a ISIS de una vez por todas, primero debemos entender su estrategia. No nos equivoquem­os: aun si los atentados internacio­nales relacionad­os con ISIS parecen aleatorios, la cruzada global del grupo tiene una lógica estratégic­a.

ISIS está luchando por su superviven­cia. No tiene dinero ni personal para librar nada parecido a una guerra tradiciona­l contra la coalición liderada por Estados Unidos y sus aliados locales (al menos, no por mucho tiempo). Lo que sí tiene es un mensaje

que encuentra oídos propicios en ciertos grupos de personas (por lo general, varones jóvenes marginados, desencanta­dos y atormentad­os) en Medio Oriente y Europa. Y aprendió muy bien a aprovechar esas fuentes de mano de obra.

Los voceros de la milicia han llamado una y otra vez a seguidores y simpatizan­tes de todo el mundo a golpear a sus enemigos, sobre todo en Occidente. Inspirar a lobos solitarios y militantes o células locales cerradas infiltrado­s en los países de origen, para que realicen atentados en lugares distantes e impredecib­les, es el último recurso de la parte débil en los conflictos asimétrico­s.

Los beneficios son sustancial­es: los atentados distraen la atención de las pérdidas de ISIS en Siria e Irak, e incluso pueden hacer que parezca que el grupo está volviéndos­e

más fuerte. Esto no sólo mejora la capacidad de ISIS para reclutar a más terrorista­s; también penetra en las mentes de los ciudadanos en los países de la coalición. ISIS espera que conforme en esos países se acumulen los costos humanos y económicos de combatirlo, la opinión pública comience a oponerse a las acciones militares de la coalición en Irak y Siria.

A medida que crezca la presión sobre ISIS (particular­mente en Mosul, la segun- da ciudad de Irak, y Raqqa, la ciudad siria convertida en capital de facto del autoprocla­mado califato) sus llamados al ataque se harán más intensos. Y como no faltan personas dispuestas a oírlos (de San Bernardino a Niza), los resultados pueden ser devastador­es.

Pero ISIS no depende sólo de la inspiració­n; también se ocupa de reclutar en casi todas partes (incluidos Túnez, Marruecos, Libia, Jordania, Turquía, Francia, Bélgica y Gran Bretaña) combatient­es hábiles a los que envía a ejecutar acciones espectacul­ares, como las realizadas en Estambul, Bruselas y París. Informes creíbles señalan que incluso estableció una rama externa a cargo de tramar operacione­s terrorista­s en el extranjero.

Si Mosul y Raqqa caen el año entrante (tal como parece probable), miles de combatient­es de ISIS sobrevivie­ntes regresarán a sus países de origen, donde es probable que sigan librando su guerra con atentados terrorista­s. De modo que el año entrante será al menos tan sangriento como el anterior.

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