Clarín

Diversión para chicos y grandes La felicidad hay que buscarla en uno mismo; tal es el mensaje de esta comedia bien pop.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Colorida, entretenid­a, con guiño a clásicos del pop y del cine para niños, Trolls tiene todo para ser el exitazo que segurament­e será, porque tiene gancho para atrapar a los más pequeños y también a los adultos.

Los Trolls son unas pequeñas criaturas de larga cabellera, que tienen costumbres saludables, como cantar, bailar y abrazarse cada hora. El que no comparte nada de todo esto es el huraño, paranoico y pesimista Ramón, que en vez de ser de color brillante es… gris.

Ramón teme que los Bertenos, antiguos y tristes enemigos de los Trolls, descubran dónde viven. Es que los Bertenos creen que el único camino que conduce a la felicidad consiste en comerse un Troll. Una chef despechada los descubrirá, se llevará a nueve amiguitos de la protagonis­ta Poppy, siempre optimista, despreocup­ada y con una canción a flor de labios, y será ella, más Ramón, claro, quienes irán al rescate.

La película está estructura­da con canciones a lo Shrek, Happy

Feet y siguen los nuevos clásicos musicales, con personajes que remiten a tantas otras películas infantiles, desde que los personajes se parecen y viven en una comunidad como Los Pitufos. Ramón es un ogro -sin serlo- como Shrek, hay quien se atraganta comiendo como el gordito de Charlie y la fábrica de

chocolates, etc, etc, etc. Parece que armaron un resumen Lerú de la animación. No es la primera película en que lo hacen, ni será la última.

¿Dónde funciona bien Trolls? En la típica confrontac­ión/ dinámica entre Poppy y Ramón (dos a quererse), en la aparición de una mucama enamorada del príncipe que heredó el trono de los Bertenos, en la aceptación de lo diferente, en que la felicidad está en nosotros y hay que saber cómo sacarla afuera y -habrá que decirlo- en las canciones.

Hay clásicos pop de todas las épocas y nuevos hits debidos a Justin Timberlake ( el imbatible Can’t Stop the Feeling!, con Timberlake, que le presta la voz a Ramón o Branch, en el original), más una conmovedor­a versión de True Colors, de Cyndi Lauper, más Hello, de Lionel Richie, y

The Sound of Silence, de Simon y Garfunkel.

Y la animación ofrece particular­idades que se observan mejor en las proyeccion­es en 3D. Verán que cuando hay muchos Trolls, parece que algunos son... como transparen­tes.

Si no van con niños pequeños, véanla en la versión sin doblaje. No porque estén mal las voces, pero que mejor que escuchar clásicos revisitado­s en su idioma original.

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Dos a quererse. La siempre positiva y alegre Poppy y el paranoico y pesimista Ramón (Branch, en el original).

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