Inequidad escolar en la Ciudad, otra sorpresa en la prueba PISA
Es el distrito donde el nivel socioeconómico de los alumnos tiene mayor impacto sobre su desempeño escolar.
Después del escándalo por la manipulación que había hecho el kirchnerismo de las pruebas PISA, ahora se conocen los indicadores de equidad porteños que marcan el impacto del nivel social de los alumnos sobre sus desempeños. La Ciudad está primera en el ranking mundial de desigualdad socio económica educativa. En Buenos Aires, los chicos de menores recursos rinden menos y los de mayor nivel socio económico obtienen mejores resultados. Las mayores desigualdades se producen entre escuelas de diferente nivel y no a título individual.
De la prueba PISA 2015 surgen varios datos preocupantes que, tal vez por acostumbramiento, no producirán la misma indignación que las cuestiones políticas y técnicas debatidas esta semana. Varios de esos datos tienen que ver con los altos nive
les de inequidad que caracterizan al sistema educativo de la Ciudad de Buenos Aires (para la Argentina, como es sabido, ni siquiera hay infor-
mación). De los 70 participantes de PISA, la Ciudad es el distrito donde el nivel socioeconómico de los alumnos tiene mayor impacto sobre su desempeño escolar: esa variable explica el 26% de la variación de los aprendizajes en Ciencias entre los estudiantes; el promedio de la OCDE es la mitad (12,9%).
Así, Buenos Aires es el lugar donde la escuela tiene menor capacidad
para reducir las desigualdades, es decir, donde los pobres tienen más probabilidades de aprender poco y los ricos, de acceder a una educación de calidad. En la Ciudad, el nivel socioeconómico tiene mayor impacto educativo que en Perú (22%, segundo en esta medición), Chile (17%), Uruguay (16%) y Colombia (14%). En los países nórdicos, conocidos por sus condiciones más igualitarias, este indicador es igual o menor al 10%.
Otro indicador de equidad tiene que ver con la cantidad de alumnos
“resilientes”: PISA califica como tales a aquellos estudiantes de 15 años que viven en entornos desfavorecidos, y a pesar de eso obtienen niveles altos de desempeño. Son quienes logran sobreponerse a la “determinación” de su origen social. En la Ciudad, PISA encontró un 14,9% de estudiantes “resilientes”: la mitad que el promedio de la OCDE (29,2%). En investigaciones previas, PISA halló que una diferencia clave entre los alumnos de entornos poco favorables que son resilientes y quienes no lo son, es que los alumnos resilientes asisten más a clases. Es decir que un alto ausentismo de docentes o de alumnos conspira en contra de poder quebrar el pronóstico según el cual un alumno de bajos recursos está “condenado” a una educación de baja calidad.
Además, en Buenos Aires los alumnos más vulnerables tienen 6,1 veces más probabilidades de no alcanzar los niveles mínimos de aprendizaje. Para la OCDE, esa diferencia entre vulnerables y no vulnerables es menos de la mitad (2,8); solo República Dominicana presenta una desigualdad mayor que la Ciudad (6,6).
El capítulo del informe sobre inclusión y equidad también advierte que en la Ciudad las mayores desigualdades socioeconómicas se dan entre escuelas: es decir, hay escuelas “para
pobres” y otras “para ricos”. Al interior de una misma escuela no se registra una “diversidad socioeconómica” significativa: las clases baja, media y alta han dejado de convivir en la escuela pública desde hace varias décadas. Especialistas locales como Guillermina Tiramonti han señalado que el sistema educativo argentino –no solo el porteño– se caracterizan por la “segregación”: las distintas clases sociales circulan por espacios educativos diferentes. “En CABA, Chile, Colombia, Indonesia y Perú, más del 40% de la variación en el estatus socioeconómico de los estudiantes se da entre escuelas distintas”, plantea el informe, y marca un contraste: en los países de la OCDE, ese porcentaje desciende al 23,5% porque hay mayor diversidad socioeconómica dentro de cada escuela.