Clarín

La sinuosa conducta de un ex candidato

- Osvaldo Pepe opepe@ clarin.com

“Tres son las maneras de hacer que tienen los hombres: porque sí, por amor y por egoísmo. Por eso son tres las maneras de dar que ellos tienen: por mano abierta, por mano caritativa y por mano previsora; para hacer un hombre agradecido, para hacer un hombre feliz y para hacer un hombre instrument­o; porque les admiren, porque les amen y porque les teman; para darse tono, para darse una satisfacci­ón y para darse un derecho; por inconscien­cia, por beneficenc­ia y por experienci­a; para publicarlo, para callarlo y para explotarlo; por vicio, por virtud y por cálculo; como si se pagara y como si se prestara; por ignorancia, por sabiduría y por astucia; porque se es pulpa, porque se es mano y porque se es garra; porque se es tonto, porque se es bueno y porque se es pillo.” (Del poeta y escritor José B. Palacios, Almafuerte, Obras completas: Evangélica­s, Poesías, Discursos”)

Daniel Scioli, con la novela de Gisella Melisa Berger, su bella novia de ancestros alemanes, y sus extraños y costosos vuelos en aviones privados, uno reciente a Punta Cana y otros durante la campaña presidenci­al a Cuba y varios destinos, siente que se le esfuma el único capital que había amasado en el mundo de la política con apariencia de verdad. Pero ahora tambalea su sentido de la decencia, que parecía intocable, y actuaba como escudo protector de su servilismo político. Y cómo tambalea: también aparecen manchones en sus dos gobernacio­nes de la provincia de Buenos Aires. No flojedades de gestión o errores políticos. Nada de eso. Sospechas de corrupción a secas. Como si fuese el peor de los K. O el mejor después de Néstor y Cristina. Hasta su ex jefe de gabinete, Alberto Pérez, hombre de su máxima cercanía, se ve comprometi­do por facturacio­nes truchas. A tal punto que la Justicia le inhibió bienes y no le permite salir del país.

Scioli empezó hace un mes con una campaña para amplificar lo que la sociedad conoce, condena, tolera o comprende según los casos: las promesas incumplida­s del presidente Macri en aquel debate entre ambos el 15 de noviembre del año pasado. Macri hizo lo que más o menos era dable esperar de Scioli con Miguel Bein y Mario Blejer como asesores económicos. El ex candidato K a la presidenci­a sigue suscribien­do las políticas y deseos de su ama política. Y estafó a los argentinos con la ficción de un matrimonio que no existía, dibujado por necesidad de marketing electoral. Una foto lo mostró con cara de nene que espía la felicidad ajena ante el beso, exagerado de Juliana a Macri, al concluir aquel debate. Scioli mintió en sus sentimient­os. En confianza, quien miente en eso, es capaz de mentir en todo, no sólo en promesas de gobierno. En las reflexione­s de Almafuerte hay algunas de las razones por las que pudo haberlo hecho: por egoísmo, por ser un hombre instrument­o, para darse un derecho político que Cristina le negaba, por cálculo, por actuar como si se prestara, por astucia o por ser tonto y pillo a la vez.

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