Clarín

Un plantel que reunió a buenas jugadoras con grandes amigas

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Sólo por un instante se pudo vislumbrar un tono de añoranza en sus voces. “Saber que este mismo grupo de amigas no va a volver a jugar junto da tristeza. Es que vivimos algo único e irrepetibl­e”, cuenta Agustina Gorzelany, la autora del penal decisivo en el día que hicieron historia. Y todas coinciden porque desde que ganaron el Mundial junior el término “grupo de amigas” suena por todos lados. “Fue algo muy lindo compartirl­o entre nosotras. No lo vamos a olvidar nunca”, agrega Bianca Donati con esa tranquilid­ad que la caracteriz­a.

Sonrisas y más sonrisas son las que no desaparece­n. Pero no únicamente por lo conseguido. Gorzelany alza la voz con una carcajada al recordar anécdotas que, al igual que el trofeo, jamás podrán olvidar en sus vidas.

“Contá lo de las japonesas, Luchi”, le piden sus amigas a Lucina von der Heyde. Entre risas, la capitana arranca: “Estábamos comiendo y de reprende veo que las jugadoras japonesas, sentadas en la mesa de enfrente, levantan la mano. Primero una y después otra. Muy raro. Yo, a modo de broma, las imito. Me miran, se ríen y empiezan a hacer gestos con la mano en alto. A los 5 minutos me di cuenta que estábamos jugando al “piedra, papel o tijera”. Y desde ese día, cada vez que nos cruzábamos en cualquier pasillo del hotel, lo jugábamos. Claro que sin decirnos ni una palabra porque yo, de inglés, cero”.

Simplement­e al contar y hablar de los recuerdos de Santiago dejan ver que el grupo del que tanto se enorgullec­en fue real.

Con la ejemplific­adora idea de sacar del plano principal a las redes sociales, las Leoncitas pasaron los días en el hotel entre cartas de truco, rondas eternas de mate, música y varias visitas a la pileta.

“Yo necesitaba liberar los nervios que me provocan los partidos. Por eso en mi tiempo libre pintaba mandalas de colores”, confiesa Von der Heyde en una muestra de su lado artístico. “Además pasábamos horas mirando películas. Con Agos Alonso vimos dos temporadas enteras de una serie”.

También hubo sensacione­s nuevas para la mayoría como la de cam- biar camisetas con las contrarias. Gorzelany relata: “Aunque lo habíamos hecho en todos los partidos anteriores, previo a la final dijimos que no íbamos a cambiar la ropa con las holandesas. Terminó y después de los festejos iniciales lo primero que hicimos fue intercambi­ar las camisetas”. Y en un reflejo de la tradición

argentina, Von der Heyde confiesa que “y después de eso volvimos al hotel y nos tiramos a la pileta festejando y cantando canciones contra Holanda. Fue increíble”.

Eterna es la discusión que divide las opiniones entre los que creen que para lograr el éxito hay que formar un buen grupo humano o, simplement­e, poner a los mejores jugadores en la cancha. Hay veces que ambas situacione­s pueden darse a la vez. Al cabo, las Leoncitas lo hicieron a la perfección.

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