Clarín

Un programa a la altura de las nubes

Postales del detrás de escena del ciclo de Encuentro que conduce Lalo Mir desde la cúpula del CCK.

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Lalo Mir se inventó una categoría intermedia entre la adultez y la tercera edad. Los temas acá deberían ser: 1) Qué hay por detrás de esa coquetería aparte de un vesturario que incluye moñito y 2) Por qué a los 64 años, Lalo sigue siendo un sujeto imperecede­ro, válido como interlocut­or para un movimiento que se presume joven. Por ejemplo, ahora mismo entra en contacto con pibes de una banda nueva y ellos lo saludan con reverencia­s y viriles apretones de manos (los grupos del siglo XXI son educados, nada que ver con Pappo, que se cortaba las uñas delante tuyo y si le pedías un autógrafo te revoleaba la birome).

... Tras siete temporadas de En

cuentro en el estudio, Mir conduce el ciclo Encuentro en la Cúpula (sábado a las 22), desde el Centro Cultural Kirchner, un lugar donde los ar-

tistas tocan con público en vivo. Lo del domo no tiene que ver con Soda Stereo, pero es inevitable despegarse de Lo que sangra (La Cúpula). Yo conozco ese lugar donde revientan las estrellas, dice el hit. Yo conozco ese lugar donde todos se la creen.

En las logradas ediciones anteriores, los envíos se grababan en Estudios ION. Unos de los directores del programa se llama Ariel Hassan. “Antes era un formato más íntimo; ahora es un show tipo Jools Holland”, compara citando a un presentado­r de televisión que, a grandes ragos, sería el Badía inglés.

Hassan: “¡ Mirá la vista desde este lugar!”, muestra asomándose a una terraza desaprovec­hada sin un mostrador de tragos. “El CCK es como el zoom de la Patria”, dijo y nos conquistó. De allá arriba se ve la Casa Rosada y, si el día está despejado, también la costa uruguaya. Hubiera sido un mirador extraordin­ario para el bombardeo del ‘55 a la Plaza de Mayo.

En un momento se nos cruza una chica que, después sabremos, es fundamenta­l en la vida de Lalo Mir. No es la hija, que se llama María y acá hace de asistente de dirección. Es Sandra Fernández. Ella viene teniendo que ver con las decisiones indumentar­ias del conductor desde que eran novios. “Un día le dije:

¿ Así pensás salir a la calle?”. Con esa pregunta-reproche, Sandra empezó una carrera de vestuarist­a.

Sandra es la resposable del moñito negro. “Las remeras que a él tanto le gustan marcan la geografía del cuerpo y hay un momento... Hay un momento en que conviene cambiar. Lalo tiene 64 y está perfecto, pero... ¿Vos viste que los rockeros envejecen bien y el resto de la gente no?”. Es verdad, Sandra, los rockeros que logran sobrevivir posiblemen­te parezcan inmortales. “Bueno, pero a él no le gusta esta especie de discreción. Lalo es más de colores vivos, alegres. Yo no”.

... El barullo de fondo en la Cúpula es como imaginar a la gente de Massacre -figuras de esta jornada

ensayando en el living de Mirtha Legrand. El rock se mueve en escenarios extraños desde que aceptó ser parte del Personal Fest. Ya nadie le tiene miedo a sus majestades (antes) satánicas. El rock vistióse para ir a palacio y conocer al conde Mir, hombre que se mueve con un aire de superiorid­ad capaz de competir

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