Clarín

El país invisible del otro lado de la General Paz

- Osvaldo Pepe opepe@ clarin.com

“Sobre la acera, que el sol escalda/doblado el cuerpo -la luz obliga-/lomo imposible que es una espalda/desprecio y sobra de la fatiga,/pasa la vieja, la inconsolab­le, /la que es, apenas, un desperdici­o/del infortunio, la lamentable/carne casada de sacrificio/ ... Esa pequeña que va a su lado/la que mañana será su apoyo,/flor de suburbio desconsola­do/lirio de anemia que dio el arroyo” (Evaristo Carriego, escritor y poeta, autor de “El alma de los suburbios”, que refleja en el poema “La viejecita” los pesares de los habitantes de la periferia de la Ciudad, mirada costumbris­ta que un siglo después conserva actualidad )

Cierta vez, en una de sus visitas al GBA el presidente Macri, cuando no estaba envuelto en duras querellas con la oposición como en estas horas, dijo que “la Argentina no termina en la General Paz, sino que quizá comienza la verdadera Argentina que todos amamos”. Retórica que se desvanece al cruzar ese cordón simbólico, donde la táctica del tim-

breo resulta insuficien­te ante los punteros políticos ávidos de planes sociales, el hampa que acecha, los chicos estragados por el paco, los policías que delinquen, las bandas que secuestran. Hay también muchos micros

naranja que transporta­n legiones que vienen, protestan en el Centro y viajan de regreso con el “trabajo” cumplido. Pero sobre todo hay una inmensa legión de pacíficos y silencioso­s vecinos, como el simbolismo intimista de la viejecita y la nena del poema de Carriego, laburantes dignos, obreros y profesiona­les de clase media, que necesitan un poco de alivio en sus vidas castigadas. Los que pagan los costos de todas las crisis.

En confianza, aquella frase de Macri sonó a comentario del tío que siempre se lanza un discursito en los asados familiares. La General Paz fue inaugurada el 5 de julio de 1941. ¿Cuántos políticos habrán gastado palabras similares desde entonces? Los postergado­s habitantes de los suburbios saben que la Ar

gentina urbana, con infraestru­ctura y ser- vicios razonables, termina y no empieza en ese cinturón de asfalto de 24,3 km. Tanto que el 47% de los vecinos del GBA no tiene agua de red y el 77% carece de cloacas, según la estatal AySA. Y para la UCA 3 de cada 10 chicos no acceden al agua potable. Mauricio Macri le confió a un periodista de Clarín que el Estado ya aportó $ 17 mil millones para mejorar las asignacion­es familiares y $ 75 mil millones para saldar los juicios de los jubilados. Y su Gobierno define ahora más plata para organizaci­ones sociales y piqueteros. Pero nada parece alcanzar en esas comarcas donde el peronismo podrá perder una elección, pero esté o no en el poder gobierna social y

culturalme­nte. Es que allí hay una Argentina invisible, la del trabajo informal; la de los chicos que desertan ya en la primaria y cada vez más no terminan la secundaria; donde la vida vale poco y nada y la quitan por un celular. Esa es la Argentina real que empieza en la General Paz. Pacificarl­a y dignificar­la es un objetivo crucial de éste y cualquier gobierno.

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