Clarín

Macri, Massa y la trampa del poder total o el helicópter­o

La disputa por Ganancias. La media sanción del proyecto opositor en Diputados marcó el inicio de la campaña. Cómo puede incidir el factor Cristina Kirchner.

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Ya nada será igual. En la noche del martes, cuando los diputados opositores sumaron los 140 votos necesarios para darle media sanción a su proyecto de rebaja de Ganancias, quedó claro que la campaña electoral para las legislativ­as del 2017 había comenzado. Mauricio Macri y Sergio Massa son los dos protagonis­tas de esa disputa. Sólo se interpone entre ellos una persona: Cristina Kirchner. Y cada uno de ellos tiene una estrategia definida para que el factor Cristina los beneficie al mismo tiempo que perjudique las chances del rival. El que triunfe, será el próximo depo

sitario del poder en el 2019. Si es Massa, llegará a la Casa Rosada que le quedó lejos el año pasado. Y si es Macri, tendrá el camino allanado para obtener su reelección y quedarse cuatro años más.

El problema es Cristina. La ex presidenta conserva una porción de votos que ninguna encuesta sabe exactament­e cuántos pueden ser. Pero esa misma imprecisió­n le ayuda a aprovechar­los al máximo. Y cuenta también con otro capital inestimabl­e. El temor reverencia­l que le tiene el peronismo, incapaz en un año de encontrar un dirigente que le haga frente.

Por eso Massa, quien desafió y venció al kirchneris­mo en 2013, ensayó su jugada más arriesgada. Atacar a Macri con una de sus banderas de campaña (el impuesto a las Ganancias) con la ayuda de los diputados cuya jefa política es Cristina. Buscó el resguardo de no aparecer en la foto inconvenie­nte junto a Axel Kicillof pero era evidente que la respuesta del Presidente iba a ser furibunda. Ayer hubo poco del karma budista que suele auxiliar a Macri en los momentos de tensión extrema. “A la larga, cuando uno es un impostor, sale a la luz”, dijo de su adversario en un diálogo por radio Mitre. El vínculo entre ambos, siempre débil, ahora está definitiva­mente roto. Macri y Massa pudieron ser socios electorale­s. El miércoles 3 de junio de 2015 se evaluó esa alternativ­a en la casa de Francisco de Narváez. Es- taban el anfitrión, Massa y Jaime Durán Barba, el estratega ecuatorian­o al que Macri se ha confiado con resultados a la vista. El fue quien, en nombre de Macri, rechazó ese día la posibilida­d de una alianza para enfrentar a Daniel Scioli y a Cristina. Su argumento siempre fue el mismo. “La gente asocia a Massa con el kirchneris­mo y eso perjudica a Macri”. Sostuvo la misma idea durante todo este año y su hipótesis volvió a fortalecer­se con las durísimas críticas que el Presidente y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, le dedicaron a Mas-

sa en las últimas cuarenta y ocho horas.

Massa fue, en estos meses, un adversario colaborati­vo del Gobierno más allá de algunas rispideces. Y se cuidó siempre, sobre todo con el escudo de su alianza con Margarita Stolbizer, de aparecer como una opción renovadora y alejada del kirchneris­mo. ¿Qué es lo que pasó el martes entonces? El dirigente de Tigre comenzó a mostrar los hilos de su proyecto: quedarse con los votos de

Cristina. Objetivo inestimabl­e para poder vencer al macrismo en la provincia de Buenos Aires y proyectars­e. El dilema es apoderarse de ese electorado sin quedar pegado a un proyecto del que fue funcionari­o y que terminó en una crisis con dosis parecidas de decadencia y de desprestig­io. En estas horas, el massismo evalúa la repercusió­n de su apuesta y el resultado imprevisib­le de la ecuación Kicillof + Recalde + Máximo + De Vido + Cristina.

Lo que queda claro es que el año próximo la palabra consenso ya no

será la reina en el Congreso. Para Macri será mucho más difícil aprobar leyes con la ayuda de la oposición peronista y Massa deberá hacer un complejo equilibrio entre la sociedad austera con Margarita y los acuerdos con cara de hereje que representa el kirchneris­mo. En medio de los aciertos, los errores y las necesidade­s políticas de ambos, la castigada sociedad argentina asiste con inquietud a la alternativ­a de un futuro institucio­nal complicado. Ya se ha dado demasiadas veces, en los últimos años, la cabeza contra ese muro maldito que pone a las batallas del poder por delante del demorado bienestar de los argentinos.

Hasta ahora, las opciones de cada presidente en su primer desafío electoral legislativ­o han sido la reelección con la suma total del poder o el final triste a bordo de un helicópter­o. La Argentina es el país de los extremos que desprecia los caminos intermedio­s y así nos ha ido. A veces mal. Otra veces horrible. Macri, Massa y quienes deseen competir por el sendero que conduce a la Casa Rosada dentro de tres largos años deberán sortear la trampa de repetir patéticame­nte el pasado para intentar llegar más rápido al futuro.

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Presidente Mauricio Macri.

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