Clarín

Ganancias pasó de ser un impuesto sobre los ejecutivos para abarcar a trabajador­es

En forma creciente impacta en trabajador­es de varias ramas y en jubilados. La cuarta categoría pasó del 1% del PBI en 1999 al 3,21% en 2016.

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

Desde la reforma impositiva de la Alianza en 1999, cuando redujeron el mínimo no imponible, aumentaron las alícuotas y se efectivizó la tablita de Machinea, Ganancias dejó de ser un impuesto que comprendía a profesiona­les, gerentes y supervisor­es, para alcanzar en forma creciente a trabajador­es de todas las actividade­s, de operarios calificado­s, metalúrgic­os, camioneros, docentes y hasta jubilados. Y los alcanzados pasaron a pagar cada vez más, en especial por el congelamie­nto de las escalas salariales sobre las que se aplican las alícuotas.

La llamada “cuarta categoría” pasó de representa­r el 1% del PBI en 1999 al 3,21% en la actualidad, a la vez que fue abarcando a más trabajador­es en relación de dependenci­a (1,4 millones) y a más de 400.000 jubilados con tasas efectivas crecientes cuando en los 90 solo impactaba en el personal jerárquico. Según Economía y Regiones, en los últimos 8 años “el aumento de la importanci­a relativa de la recaudació­n de Ganancias en términos del PBI está explicado en un 68 % por el mayor pago de Ganancias por parte de los trabajador­es”.

Lo que pasó fue que a la mayor imposición de la Alianza, durante el Gobierno de Eduardo Duhalde y a pesar de la alta inflación, no se subió el mínimo no imponible y no se ajustaron las escalas sobre las que se aplican las alícuotas. Bajo la gestión K las escalas siguieron congeladas, hubo subas del mínimo inferiores a la inflación y se agregaron otras distorsion­es e inequidade­s.

Como señala el IARAF (Instituto de Análisis Fiscal), “mediante el ardid de una insuficien­te o nula actualizac­ión de los parámetros de cálculo del tributo para acompañar el proceso inflaciona­rio, el gobierno anterior generó un formidable incremento en la tasa efectiva promedio del impuesto”.

Por ejemplo, a igual salario constante quienes en 2001 pagaban entre el 2,4% y el 8,7% del salario, en 2014 saltaron entre el 7,7 y el 20,3%: una suba superior al 200%, sobre un ingreso real menor afectado por la alta inflación. En 2016, y a pesar de las promesas de campaña, el nuevo Gobierno actualizó en forma parcial el mínimo no imponible y mantuvo congeladas las escalas. Por eso el alivio fue menor y claramente insuficien­te. En tanto, presentó un proyecto de cambios de Ganancias que, aún con las modificaci­ones posteriore­s, sube apenas un 15% la base imponible de solteros sin hijos y del 8% para los casados con 2 hijos, muy por debajo de las subas salariales que se proyectan para 2017. Con este esquema más trabajador­es, jubilados y profesiona­les estarán alcanzados por el impuesto. En tanto, las congeladas escalas se ajustan en un 3 años, pero menos que la inflación de todo ese largo período.

El abogado previsiona­lista Adrián Troccoli señala que si un jubilado que en el año 2000 cobraba el haber máximo, le descontaba­n por Ganancias 6,27%. El descuento fue en ascenso y en 2016 es 21,88%. Otro ejemplo: “quién se jubiló en enero del 2016 con un haber neto de $16.500, y no tenía descuentos por Ganancias, cobrará en enero $21.727,79 y con el proyecto oficial se verá afectado”.

El proyecto con media sanción de Diputados incrementa más el mínimo no imponible y las deduccione­s para los sueldos más bajos, lo que llevaría a que menos gente pague el impuesto. Pero mantiene las altas tasas efectivas para autónomos y sueldos medios y altos. Y solo descongela, en menos de una tercera parte, las escalas en 2017, sin continuar ese proceso ni en 2018 ni en 2019. Así, consolida para un amplio sector de profesiona­les y empleados las altísimas tasas efectivas que fueron en ascenso desde 1999.

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