El miedo a la globalización, una clave del auge de los populismos en Europa
El 45% de los europeos la considera un peligro, por eso votan a partidos nacionalistas en distintos países.
El miedo a los efectos de la globalización es una de las principales causas del auge populista en los países eu- ropeos. Ese miedo, según un informe de la Fundación Bertelsmann, hace que muchos ciudadanos voten a candidatos populistas y nacionalistas xenófobos y abandonen a los partidos tradicionales.
El 55% de los europeos considera que la globalización es principalmente una oportunidad, pero para el 45% restante es un peligro y una amenaza. Los mayores miedos parecen darse en Austria, donde hasta el 55% de la población desconfía de la globalización, y en Francia, donde esa tasa llega al 45%. El pasado domingo el candidato ultraderechista Norbert Ho- fer superó el 45% en las elecciones presidenciales austríacas, aunque quedó detrás del ecologista Alexander Van der Bellen.
Esos temores parecen menores en los otros grandes países europeos. El 64% de los británicos cree que la globalización es una oportunidad, así como el 61% de los italianos y españoles. El estudio, realizado a través de sondeos en los nueve países europeos más poblados, señala una tendencia que se repite país por país: cuanto menos educada, más pobre y más vieja es una persona más tendencia tiene a considerar la globali- zación como una amenaza y a votar a populistas y ultraderechistas.
El informe asegura que entre quienes se definen como de clase media, el 63% cree que la globalización es una fuente de oportunidades, mientras quienes se definen como clase trabajadora –un eufemismo para pobres-, esa tasa baja hasta el 53%.
La edad parece otro factor decisivo a la hora de temer o no las consecuencias de la globalización. Hasta el 61% de los europeos entre 18 y 25 años la ven de forma positiva. Los partidos ultraderechistas se alimentan de esos temores y se lle- van a la mayoría de ese electorado. Más de dos tercios de los votantes del alemán AfD, del francés Frente Nacional y del austríaco FPO creen que la globalización es sobre todo una amenaza. También lo cree así la mitad del electorado de la italiana Forza Italia de Silvio Berlusconi o del nacionalista británico UKIP.
En cambio, entre los votantes de las familias políticas tradicionales europeas –democristianos, socialdemócratas y liberales-, sólo una minoría considera que la globalización es algo a lo que temer.
El miedo a la globalización va de la mano de una actitud negativa hacia la política y la sociedad. Según el informe, casi la mitad de los “pesimistas de la globalización” -el 47%- votaría para que sus países abandonaran la UE y sólo el 38% está satisfecha con el funcionamiento de la democracia en su país. Entre los “optimistas de la globalización”, el 83% está a favor de la pertenencia de su país a la UE y el 53% considera que la democracia en su país funciona bien. En algo sí parecen de acuerdo los pesimistas y los optimistas: mientras sólo el 9% de los primeros confía en sus representantes políticos, entre los segundos esa tasa apenas sube hasta el 20%.
Aart De Geus, director de Bertelsmann, explicó que “Europa se ha beneficiado particularmente de la globalización pero a pesar de eso mucha gente siente que ha sido abandonada. Necesitamos organizar una integración internacional de forma que beneficie a la mayor cantidad de gente posible”. Ese mismo miedo a la globalización alimenta el voto a partidos de ultraizquierda, aunque según el informe no es tan decisivo como en los de ultraderecha. Sólo el Front de Gauche francés -55% de votantes con miedo a los efectos de la globalización- y el alemán Die Linke (54%) parecen pescar votos en ese caladero. Muchos menos que los españoles de Podemos o la Syriza griega.
Los mayores temores se registran en Austria, donde el 55% desconfía de la globalización