Trump y Putin: el gran interrogante
La política exterior del presidente electo Donald Trump sigue siendo un gran interrogante, incluyendo su relación con la Federación Rusa.
Putin pretende que el mundo responda a un esquema dirigido por Estados
Unidos, China y Moscú en una situación de igualdad. Antes de las elecciones de EE.UU. las relaciones con Moscú se vieron afectadas por la situación en Siria, pues Alepo se transformó en el escenario central de la lucha. Después de muchos esfuerzos, el 8 de septiembre llegaron a un nuevo acuerdo sobre cese del fuego, por el cual se comprometían a no llevar a cabo acciones aéreas ni terrestres. Días después este entendimiento colapsó por responsabilidades mutuas. El secretario de Estado John Kerry declaró el interés que el Gobierno sirio y el de la Federación Rusa fueran investigados por crímenes de guerra por el ataque a civiles en esa ciudad.
La respuesta rusa fue cancelar un acuerdo bilateral del año 2000 sobre reducción de plutonio apto para armas nucleares, enviar a Si-
ria armamentos antiaéreos sofisticados y un contingente naval, y dotar al enclave ruso de Kaliningrado de misiles capaces de portar armas nucleares, resintiendo la defensa de
la OTAN de los países bálticos. Estos desarrollos se unieron a ataques cibernéticos que intentaron dañar el proceso político y sembrar dudas sobre las elecciones, sumados a declaraciones de Putin que, para algunos, buscaron mejorar las posibilidades de Donald Trump, que abogó durante su campaña por relaciones más amistosas con Moscú.
Un interrogante se refiere al carácter de las medidas que puede a adoptar Trump ante el conflicto en Siria, que podrían incluir reconstruir la relación militar con Moscú para destruir al EI, cuando en la práctica, los ataques rusos en su mayor parte han estado dirigidos contra los demás opositores al Gobierno sirio, muchos de ellos apoyados
por la CIA. La Administración Obama intentó reiteradamente un arreglo diplomático, pero el resultado fue nulo. Trump podría encontrarse en la misma situación, debido a la multiplicidad de actores estatales y no estatales que intervienen en la guerra civil y el interés de Putin de consolidar al régimen de Al-Assad.
Otros temas relevantes son la continuidad de las sanciones a Moscú por la anexión de Crimea y otras acciones en perjuicio de Ucrania, y el mejoramiento de las defensas de los países de la OTAN. La opción más preocupante sería aceptar las demandas geopolíticas de Putin de una zona neutral entre su territorio y los países de esa Organización y la UE. El problema central es que Trump no solo no parece participar del concepto de la contención a Moscú tradicional en Washington, sino que también considera a Putin como un líder fuerte con el cual solo él es capaz de negociar. Posiblemente, podría analizar volver a la distensión que estableció Nixon en los años 70 en un momento de gran debilidad del Kremlin; pero ahora la situación es diferente, pues el presidente ruso es considerado como un dirigente peligroso en el cual no se puede confiar.