Clarín

Vení a casa, que tengo actores en mi living

Gratis para el dueño de casa y los invitados, consiste en montar una obra en un hogar. Por el éxito, “El 25 va a tu casa” saltará de Villa Urquiza. Hablan vecinos e intérprete­s.

- Sandra Commisso scommisso@clarin.com

Dar sala nunca fue tan literal. El teatro tiene la posibilida­d de armarse allí donde haya un actor y un espec- tador; el resto es relativo y anecdótico. Tomando ese concepto como punto de partida, el proyecto del Centro Cultural 25 de Mayo “El 25 va a tu casa” se mudó al living de los vecinos. Allí, en un departamen­to o en el comedor de un PH, se arma un espacio para que familiares, amigos y vecinos del dueño de casa, asistan a una función. En este caso la obra es Sólo llamé para decirte que te amo, que el autor y director Nelson Valente (ver Un director...) escribió especialme­nte para esta propuesta.

“La idea surge por varios motivos: por un lado, a mucha gente le cuesta ir habitualme­nte al teatro y ésta es una forma de acercarlo. Por otro lado, también es una manera de devolverle a los vecinos de Villa Urquiza, algo del teatro 25 de Mayo que ellos mismos ayudaron a recuperar”, dice Monina Bonelli, a cargo del Centro Cultural 25 de Mayo que depende del Gobierno de la Ciudad.

Ser anfitrión y espectador a la vez es lo que les toca a quienes ofrecen su hogar para convertirl­o, por unas horas, en sala teatral. “Siempre tuve ganas de hacer alguna movida cultural en mi casa, por eso en cuanto vi la convocator­ia, me sumé”, dice Gabriela Videla, que vive a pocas cuadras del 25 de Mayo. “Me encanta el teatro y ésta es una manera de reviven ciar mi casa. Además, tengo dos hijos adolescent­es y la temática de la obra me interesó por eso”, dice.

En su casa se congregaro­n tres compañeros de trabajo, un primo, una pareja amiga y un par de vecinos del edificio. Después de la función, hubo merienda en el jardín, una excusa para seguir conversand­o. Ella y su casa, un departamen­to en planta baja, transforma­ron su rutina un domingo. Al igual que otros vecinos, a las dos de la tarde recibió a las seis personas que hicieron de su living comedor una sala teatral. Tres encargados de arte, un técnico y dos personas de comunicaci­ón llegaron con tachos de luces, cables, una veintena de sillas y otros elementos de utilería. El resto de la escenograf­ía lo aporta cada lugar. Un rato después, el director y los siete actores del elenco conocieron el que sería su escenario. En una hora tienen que ubicarse en el espacio y, además de conocerlo, incorporar­lo como para, más tarde, hacerle sentir a los espectador­es que ésa es su casa realmente. Porque la historia de Sólo llamé para decirte que te amo cuenta la historia de un grupo familiar. Los espectador­es son cómplices y espías de la trama con una cercanía no apta para fóbicos.

El director aprovecha lo que cada hogar le ofrece y lo incorpora a la historia: una colección de libros, un tapiz cubriendo toda una pared, la foto de la abuela, una lámpa-

ra heredada, algún objeto que llegó de un viaje. Incluso, detalles que los espectador­es no ven, pero que influyen en la trama, como los diálogos y ruidos en la cocina (que se escuchan desde la sala contigua), o la tapa de un inodoro suelta, que se convierte en reclamo de uno de los personajes. El teatro puede hacer que un día nublado se vuelva soleado durante la función, gracias a las luces atravesand­o las ventanas.

“Me interesó la propuesta porque tiene que ver con lo que yo hice en 2009, cuando estrené El loco y la camisa, y lo hice en un departamen­to de 8x5. En ese momento pensé: donde no haya un mueble, voy a poner un espectador”, dice Valente.

El proyecto, gratuito, ya lleva seis funciones y este fin de semana completará con otras dos su primera temporada. Claudia Zenobi también ofreció su casa. “Es una posibilida­d de compartir con amigos una propuesta de calidad. Lo hice también porque me interesa el material de este director”.

En una época en que los vínculos virtuales parecen ser los que se imponen por sobre los de carne y hue- so, la posibilida­d de encontrars­e con otros y compartir no es menor.

“La intención es acercar, vincular, que el hecho artístico vaya más allá de un edificio, y sumar la participac­ión de la gente del barrio que tiene ganas de encontrars­e”, dice Bonelli. “El hecho teatral trasciende cualquier espacio y, además, tener a los artistas tan cerca genera otro tipo de experienci­as que te enriquecen como espectador”.

Precisamen­te esa cercanía, ese calor humano, literal, es una de las cuestiones más interesant­es. Pero la convivenci­a no es sólo entre artistas y público; el intercambi­o también sucede entre los espectador­es. “Me gusta la idea de que, además de tener a los actores muy cerca, los espectador­es se ven las caras entre sí, algo que no ocurre en la oscuridad de una sala tradiciona­l”, dice Valente. “En medio de la historia que se está contando, te encontrás con la emoción, con la mirada o con la risa del otro, ahí, a mano”.

La situación es un desafío a superar una posible incomodida­d en ese intercambi­o. “Se da un diálogo sin palabras, una complicida­d que suma riqueza al momento. La obra, que habla de pequeños maltratos cotidianos, pone en escena situacione­s que vivimos todos: uno se mira, pero no ve realmente al otro, no lo escucha o no lo registra. Y eso pega de otra manera por la cercanía”.

Y ahí están ellos, los actores, que hacen su trabajo con el ojo del espectador más encima que nunca: Mayra Homar, María Lía Bagnoli, Fernando Rodríguez Dabove, Puchi Labaronnie, Ramiro Delgado, Gonzalo Sáenz, Julia Eva Saggini, los protagonis­tas de Sólo llamé...

“Se agudiza la concentrac­ión porque estás respirando a la par de la gente. Incluso, a veces, hasta te rozás sin querer con algún espectador”, dice Dabove. Cambiar de “sala teatral” en cada función también tiene lo suyo: desde detectar los detalles para no tropezarse con los muebles hasta incorporar los objetos nuevos al texto. “También sumamos lo que pasa alrededor, las reacciones del público”, cuenta Puchi. “Siempre es diferente”. Una experienci­a que trasciende las cuatro paredes de cualquier hogar.

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FOTOS: PEDRO LAZARO FERNANDEZ 1) Actores y público comparten el espacio. 2) Mayra Homar y Fernando Rodríguez Dabove siguen su escena hasta la puerta de calle. 3) Los objetos de las casas, como utilería. 4) Después de la función, se comparte merienda y charla entre elenco y...
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