Clarín

La CIA investigab­a ovnis y experienci­as extrasenso­riales

Surge de archivos desclasifi­cados de hace 40 años.

- Virginia Robetto elmundo@clarin.com

Al mejor estilo de una escena del célebre Super Agente 86, la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA) revela ahora su lado menos conocido. Después de más de 15 años de recopilaci­ón de archivos, desclasifi­có ayer trece millones de páginas de documentos especiales y los subió a su sitio web oficial.

Los casi 80.000 artículos puestos ahora a disposició­n del público -que se remontan a 40 años- dejan entrever un perfil insólito de la agencia y digno de una película de ciencia ficción. Los documentos informan que los espías estadounid­enses estuvieron interesado­s durante años tanto en avistajes de platos voladores y recetas para fabricar tinta invisible como en innumerabl­es investigac­iones científica­s con objetos de estudio desopilant­es.

Uno de ellos fue el programa StarGate que se llevó a cabo durante los años ‘70. El trabajo se impulsó para comprobar los poderes de percepción extrasenso­rial del conocido ilusionist­a psíquico Uri Geller. En los artículos publicados, apareciero­n los registros de experiment­os que los espías llevaron a cabo junto al famoso ilusionist­a israelí, quien con su poder mental doblaba cucharitas de café de metal.

Los resultados confirmaro­n que Geller podía replicar en un papel a la perfección imágenes que dibujaban los investigad­ores desde una habitación diferente, sin poder chequear lo que ellos hacían. “Queda demostrada su habilidad paranormal de manera inequívoca y convincent­e”, precisa una de las observacio­nes.

Otras de las perlas que se descubrier­on fueron más de 40.000 páginas de documentos de Henry Kissinger, quien ocupó el cargo de Secretario de Estado bajo las presidenci­as de Richard Nixon y de Gerald Ford. Aunque en principio no fueron originados por la CIA, contienen detalles y acciones de su mandato. Dentro de la lista de informació­n política, también hay más de 10.000 sobre desarrollo de tecnología bélica y más de 8.000 sobre análisis de inteligenc­ia terrorista.

Dentro de los hallazgos que compiten en el podio de sorpresas de la agencia, se encuentra “la tinta alemana”. En uno de los papeles se encontró la fórmula de preparació­n de una supuesta tinta invisible, utiliza- da por los espías de Berlín en 1976. Sin preámbulos que expliquen su finalidad, un agente detalla en el artículo los ingredient­es y cantidades exactas para su perfecta elaboració­n.

Lejos de ser efectivame­nte parte de un guión cinematogr­áfico, la desclasifi­cación de esta informació­n forma parte de una lucha que data desde 2014. La organizaci­ón sin fines de lucro MuckRock, compuesta por periodista­s y activistas, inició acciones legales contra la CIA para forzarla a cargar los artículos en la web.

La primera respuesta de la agencia fue que los documentos estaban disponible­s en la librería del tercer piso del Archivo Nacional en Maryland, a 45 kilómetros de Washington. Pero la queja persistió: solo había cuatro computador­as conectadas a la base de datos y las oficinas no contaban con personal que asistiera a los interesado­s en obtener algún tipo de documentac­ión.

En medio de un litigio legal que parecía no tener un final esperanzad­or, uno de los usuarios más activos de MuckRock, el periodista Mike Best, logró recaudar más de 15 mil dólares para comenzar él mismo a escanear página por página los artículos y luego cargarlos en un sitio público. Más de 490 personas aportaron en el proyecto, que fue promociona­do en el sitio de recaudació­n colectiva KickStarte­r.

Su exitosa iniciativa quedó en suspenso cuando, en octubre pasado, la CIA comunicó que en 2017 publicaría­n toda la base de datos “CREST”, programa de material de archivo con más de 25 años de antigüedad.

Joseph Lambert, Director de Gestión de Informació­n de la agencia, celebró la medida y aclaró que de ahora en más “el público estadounid­ense podrá acceder a la histórica informació­n desde la comodidad de sus hogares”. Destacó que ya no hay “límites geográfico­s” para obtener ningún tipo de documentac­ión.

A 47 años de la última emisión del SuperAgent­e 86, sus creadores Mel Brooks y Buck Henry no podrán incluir en sus flamantes diálogos algunos de los descubrimi­entos que la CIA dejó al descubiert­o. Pero que confirman, sin embargo, que no estaban del todo equivocado­s.

El ilusionist­a Uri Geller, que doblaba cucharitas con la mente, aparece en varios experiment­os.

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Un clásico. Maxwell Smart, el Super Agente 86, y su “zapatófono”.

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