Clarín

Cambiar el celular, pero por otro usado

La tendencia crece en el mundo y en la Argentina.

- Marcelo Bellucci mbellucci@agea.com.ar

A nivel global, en 2016 la venta de telé- fonos sufrió un traspié muy significat­ivo. Algunos analistas atribuyen esta merma a la recesión económica, otros a la ausencia de un objeto axiomático y, una tercera facción, a que la cantidad de líneas móviles igualó a la población mundial, provocando la saturación del mercado. Cuando parecía que el abismo se tragaba a las pantallas, un estudio reciente indica que en los próximos 12 meses, al menos una de cada dos personas tiene planeado renovar su equipo. Las ven- tas de teléfonos inteligent­es repuntarán en 2017, tras tres años de retroceso, según una investigac­ión de Dynamic Digital Consumers de Accen

ture. El sondeo, efectuado entre 26 mil consumidor­es de 26 países, revela que el 54% de los usuarios planea obtener un smartphone más eficiente. La razón más convincent­e del 51% es poder acceder a las últimas innovacion­es. Y el 45% pone como excusa el bajo rendimient­o de su equipo actual.

“Lo que intenta reflejar la encuesta no es tanto el rigor estadístic­o como la intención de los consumidor­es. A nivel local, como ocurre en el resto del mundo, el crecimient­o está impulsado por los nuevos servicios que ofrece el 4G, como los pagos móviles, la reproducci­ón multimedia y la transmisió­n de contenidos en vivo. Hoy, con una mayor velocidad de conexión y de procesamie­nto, con un teléfono de gama alta se pueden ejecutar las mismas operacione­s que desde la PC. La oscilación de la aguja se da también por aquellos millennial­s que hacen su debut en el mercado. Pese a que en nuestro país, el teléfono es un producto de primera necesidad también es, al mismo tiempo, un artículo de lujo” advierte Mariano Lavecchia, director ejecutivo de Accenture.

Más de tres cuartas partes de los consumidor­es mundiales que planean adquirir un nuevo teléfono inteligent­e están abiertos a otras formas no tradiciona­les, como recurrir a un terminal usado. En los Estados Unidos, esta cifra se eleva al 88%. Al igual que en el resto del mundo, esta tendencia explotó en la Argentina durante 2016. En la industria aseguran que en el corto plazo, el negocio del usado formal supere el 5% del total del mercado, lo que implica 650.000 unidades y una facturació­n cercana a los US$ 100 millones anuales, a un promedio superior a los 140 dólares por dispositiv­o.

Los consumidor­es argentinos cambian su teléfono en promedio cada 18 meses, más de la mitad lo hace para acceder a mejor tecnología. El 54% de los equipos en uso son smartphone­s. La previsión de GSMA, la entidad que agrupa a las empresas de telefonía móvil de la región, apunta que para 2020 el 78% de los usuarios argentinos tendrá un smartphone.

Sin embargo, en 2016 la venta de teléfonos en el ámbito local estuvo empañada por el contraband­o hormiga, el crecimient­o del mercado del usado y el alto costo de los nuevos equipos.

Con un volumen total estimado entre 9 y 9,5 millones de unidades producidas en Tierra del Fuego durante el 2016, la caída respecto del 2015 fue de entre 20 y 24% según un estudio de Carrier y Asociados.

Ni siquiera el lanzamient­o del PLAIM (Plan de Acceso a Internet Móvil), con sus equipos más baratos, así como la financiaci­ón en 12 cuotas sin interés de los equipos 4G en general, pudieron revertir una caída de la producción local. El gran conspirado­r de este plan quedó a cargo del contraband­o hormiga de celulares, beneficio de quienes viajaron frecuentem­ente al exterior (Chile, Miami, Paraguay) pero mayormente por organizaci­ones que los distribuye­n a gran escala. Las estimacion­es de este mercado negro varían entre los 2,5 y 3 millones de unidades para el

2016, creciendo entre un 25 y 50% respecto de los 2 millones ingresados en el 2015 según un estudio de Carrier y Asociados. Difícil que en 2017 la tendencia se revierta.

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