Clarín

La revelación de Gualberto Gualterio

- Héctor Gambini hgambini@clarin.com

No tengo pruebas pero tampoco tengo dudas. Los espías que no eran espías. Los interrogan­tes que se convierten en certeza. El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio". El 22 de enero de 2015, el twitter de Cristina Kirchner ardía. "Lo usaron vivo y después lo necesitaro­n muerto. Así de triste y terrible", escribió.

Así de triste y terrible, la ex presidenta nunca llamó a las hijas de Nisman para darles el pésame. Para decirles "Miren, chicas, vamos a investigar lo que le ocurrió a su papá...". Algo. Iara tenía 15 años y Kala, 8. Cristina seguía: "¿Por qué habría de suicidarse alguien que escribe un mensaje en su chat como el que escribe el fiscal Nisman cuan-

do explica a un grupo cerrado de amigos su regreso intempesti­vo al país?".

Ella tuiteaba, pero durante los días, meses y años siguientes, los peritos, funcionari­os y jueces que le respondían (y aún le responden) hicieron uno de los esfuerzos más grandes de la historia judicial argentina para que el caso fuese cerrado como un suicidio.

Al principio, lo intentaron borrando toda huella supuesta de más gente en la escena del crimen en el momento en que se apretó el gatillo de la pistola 22 que Lagomarsin­o dijo que Nisman le pidió. Una pistola que tampoco tenía huellas. Ni de Nisman, ni de Lagomarsin­o

ni de nadie. La pistola que siempre que se disparó dejó marcas de pólvora en los peritos que la probaron, pero no dejó ninguna marca en las manos de Nisman.

Si no hay evidencia de que alguien más haya estado en el departamen­to cuando sonó el disparo entonces no hay evidencia de un crimen. Ese fue el razonamien­to lineal que se bajó desde que 60 personas, encabezada­s por el ex secretario de Seguridad Sergio Berni, entraron al piso 13 de Puerto Madero con la deli- cadeza de una manada de búfalos.

Es difícil explicar por qué un gobierno actuaría así ante un hecho que le resulta completame­nte ajeno, aunque la víctima fuese un circunstan­cial enemigo político. Y es difícil explicar por qué la Justicia no llamó aún a declarar a Cristina Kirchner como testigo, para

Es difícil explicar por qué la Justicia no llamó aún a Cristina como testigo en el caso Nisman

determinar cómo y cuándo se enteró del hecho, qué órdenes dio a sus interlocut­ores y si

éstas fueron o no cumplidas. Berni declaró que fue él quien le avisó a la ex presidenta. Y ella dijo por cadena nacional que se enteró por la entonces ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez, superior de Berni únicamente en los papeles.

Con el manejo directo de las fuerzas federales que Berni conservaba para sí en el día a día, es imposible que la Prefectura o la Federal le hayan avisado del suceso a la ministra antes que a él. Hasta hoy no sabemos, porque la Justicia no ha querido averiguarl­o, por qué la ex presidenta instaló ese detalle equivocado por cadena nacional. Quizá se confundió.

La larga noche del domingo, mientras la manada de búfalos simulaba profesiona­lismo y seguridad, culminó con un comunicado oficial informando del asunto. A las 5.14 de la madrugada del lunes 19, un texto del Ministerio de Seguridad de la Nación explicaba que "la puerta se encontraba cerrada con la llave colocada en la cerradura por dentro". Un suicidio de manual.

Pero un hombre llamado Gualberto Gualterio fue a declarar el 21 de enero y embarró la prematura hipótesis oficial. "La puerta estaba cerrada así nomás, sin cerradura. Y adentro no había ninguna llave puesta", dijo. Era el cerrajero. Al día siguiente, Cristina empezó a tuitear su nueva hipótesis.

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