Clarín

Los amores de verano se concretan vía GPS, por Instagram y Snapchat

La charla en la orilla aún vale. Pero antes, chicos y chicas se geolocaliz­an a través de las redes sociales.

- Julieta Roffo jroffo@clarin.com

Son las tres de la tarde, el sol le ganó a las nubes, queda poco espacio para desenfunda­r la lona en la arena y, aunque el mar luce amigable, funciona sobre todo como un refugio lúdico para los más chicos. Para estas cinco amigas adolescent­es de Villa Crespo y Almagro, las olas son el telón de fondo para la próxima foto que alguna de ellas subirá a Instagram. Clickean una, dos, todas las veces que sean necesarias -desconocen los límites del rollo de 24 con el que se viajaba a la Costa décadas atrás- para que la imagen satisfaga a todas. “Le metemos un filtro y la compartimo­s”, dice Soledad Laures (19). Enseguida advierte a una de sus amigas: “Chequeá que esté activa la ubicación, a ver si sale alguna previa con pibes para esta noche”. Como en casi todos los demás rincones de la vida cotidiana, las redes sociales también meten la cola en el “levante” playero. Este año, tener el GPS del teléfono habilitado y, a través de él, dar a conocer la ubicación en la que se toma sol, se toma una cerveza o se baila puede ser el puntapié inicial del amor de verano, que nunca pasa de moda.

“La playa es la temporada alta del levante, hay gente de todos lados”, dice Franco Cibraro (18). Su amigo Santiago Giacovelli agrega: “Acercarte a un grupo de chicas en la playa todavía rinde, te ponés a hablar y si hay onda, las invitás a una previa en el departamen­to a la noche; las redes son otra vía posible”. La estrategia, cuentan entre los dos, es subir una foto y dejar que el teléfono, a través de su geolocaliz­ación, “cuente” en qué playa,bar o boliche estás. “Hacés que en la foto de Instagram figure la ubicación; y a través del buscador, encontrás gente que está en el mismo lugar o cerca tuyo”. Emiliano Baldassarr­i, otro amigo de los chicos, da más detalles: “Primero mirás fotos de la chica que te gustó, después buscás alguna en la que estén las amigas y se la mostrás a los pibes, y si dan el Ok, te ponés a hablar, les decís que es- tás cerca y por ahí pinta juntarse a tomar algo antes de salir”. La primera noche conocieron así a un grupo de chicas de Tucumán: “Rindieron bien las redes, nos fue bastante bien a todos”, resume Emiliano.

A un grupo de diez amigas de Vicente López también les sirvió dar a conocer su ubicación por Instagram. “Mirás quién anda cerca de tu ubicación y te enterás de que alguien que sólo tenías en las redes está por ahí, o que tenés un amigo en común con alguien a quien le estuviste mirando las fotos y que está en el mismo lugar que vos, entonces da para una previa”, explica Agustina Siciliano (18). Camila Figueiras, una de sus amigas, aclara: “No lo usamos para conocer gente totalmente desconocid­a; pero sí sirve para juntarnos con chicos que ya teníamos en redes y nunca habíamos visto, o con amigos de amigos”. Cerca de ellas, Valentina Lima da indicacion­es para que la foto sea apta para Instagram: “Gafas de sol, cuerpo un poco de costado, una pierna como en punta de pie porque marca las curvas y nada de epígrafe”. Hashtags tampoco, avisan los adolescent­es: pasaron de moda.

No sólo de Instagram vive el amor: Snapchat, que tiene un 71% de usuarios de entre 13 y 24 años, también sirve de celestino. “Podés ir subiendo fotos de los lugares a los que vas, señalando la ubicación de cada uno, y así vas apareciend­o en las búsquedas de los que pasan por esos lugares”, explica Agustina.

Florencia (16) vive en Berazategu­i. Es una auténtica nativa digital. “Mi primer novio, en cuarto grado, fue por mail”. dice. Ella y sus amigas también usan Snapchat para dar intentar algún romance tan costero. “En el boliche, si ves un desconocid­o que te gusta, vas y te sacás una foto con él; le pedís su cuenta de Snap, y empezás a charlar y sobre todo a intercambi­ar fotos por ahí, y si da, capaz que otro día terminás chapando”, cuenta.

“Besos por celular”, canta Ricardo Mollo en la bella “Spaghetti del rock”, casi como una profecía autocumpli­da en esta era tan pantalla mediante. Por celular y con el GPS atento.

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Ellos “trabados”. Un grupo de amigos porteños en las playas de Pinamar, mostrando sus torsos trabajados.
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A.DELIA Ellas de perfil. Tienen entre 17 y 20 años y soltaron el teléfono sólo para la foto con Clarín en Pinamar.

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