Una avalancha sepultó un hotel en Italia: 30 desaparecidos
Fue un día después de los cuatro sismos que sacudieron al país, y al pie del Gran Sasso, la montaña más alta de la zona central. El edificio estaba a 1.200 metros de altura. Los socorristas hallaron tres cadáveres y buscan a sobrevivientes.
El terremoto infinito, que según los sismólogos seguirá “durante años” en la zona de los Apeninos, en la Italia central, combinado con tormentas de nieve y vientos huracanados, causaron un enésimo desastre al precipitar sobre el hotel Rigopiano al pie del Gran Sasso un alud gigantesco de 300 metros de ancho. Hasta anoche sólo dos personas se habían salvado, tres cuerpos fueron recuperados y unas 30 personas -entre ellas cuatro chicos- estaban desaparecidos.
Los casi 60 millones de italianos viven con angustia una tragedia sin precedentes por sus características. Desde el 24 de agosto, cuando el primer terremoto causó más de 300 muertos en Amatrice y otros pueblos en una extendida zona que abarca partes de las regiones Lazio, Abruzos y Las Marcas, hubo 47 mil réplicas. Fuertes terremotos se registraron el 24 y 30 de octubre, derrumbando cen- tenares de viviendas y tesoros arquitectónicos de inmenso valor.
El miércoles hubo cuatro terremotos que causaron cuatro muertos y daños limitados en un territorio ya arrasado, mientras caían copiosas nevadas que alcanzaban hasta cuatro o cinco metros en los centros de algunas poblaciones. Las ondas sísmicas se hicieron sentir con fuerza en Roma, distante a un poco más de cien kilómetros, provocando escenas de pánico en la capital italiana.
Las nevadas, que los viejos memo- riosos de la Italia central no recuerdan haber visto nunca tan intensas y abundantes, acumularon una carga extraordinaria sobre las cumbres de los Apeninos. Alarmados por la magnitud de las tormentas, los clientes del hotel Rigopiano, en el municipio de Farindola, construido a 1.200 metros de altura al pie del majestuoso Gran Sasso -la más grande montaña de la Italia central- decidieron el miércoles abandonar el pequeño paraíso de esquiadores, con piscinas internas y centros de bienestar, para re- plegarse hacia la localidad de Penna, situada a 25 kilómetros, en sus automóviles. Pero la única ruta estaba tapada por la nieve y recién a las tres de la tarde se supo que un vehículo especializado en quitar la nieve estaba por partir desde Penna. Debieron quedarse en el hotel. Sin embargo, pasaron las horas y el auxilio no arribó.
Eran las diez de la noche cuando toneladas de nieve, rocas y árboles cayeron sobre el hotel y lo arrasaron. Los expertos creen que los movimientos telúricos afectaron al Gran Sasso y un pedazo de la montaña nevada se aflojó, cayendo por la ladera sobre el hotel.
Desde el miércoles hasta anoche tarde, hubo más de 600 temblores, junto con las cuatro descargas sísmicas más importantes que se sintieron en Roma. Según un científico del Instituto Nacional de Sismología italiano, Carlo Meletti, “debemos esperar y ser conscientes de que los temblores sísmicos de distinta intensidad se prolongarán durante años”.
Dos clientes del hotel arrasado por el alud de nieve, Gampiero Parete y Fabio Salzetta -hasta ahora los únicos sobrevivientes porque estaban afuera del edificio- dieron la alarma. Ambos habían ido al vecino garage a buscar abrigos y remedios para sus familias.
Los 25 kilómetros entre Penne y el lugar de la tragedia se convirtieron en una pesadilla para los grupos de socorro por las dificultades para
avanzar en medio de las tormentas de nieve y vientos gélidos de 140 kilómetros por hora, con un temperatura de 12 a 15 grados bajo cero. A las tres de la mañana de ayer, cuatro expertos esquiadores lograron llegar hasta el hotel y salvar a los dos sobrevivientes que estaban medio muertos por el frío dentro de un automóvil. Más tarde llegó una columna con perros y aparatos electrónicos de búsqueda. Desde adentro del hotel no hubo respuestas a los gritos de los socorristas, que encontraron tres cuerpos sin vida. El primer ministro Paolo Gentiloni preparó a la ciudadanía. “Los socorros se están haciendo en condiciones dificilísimas”, advirtió.
El alcalde de Farindola dijo que “los perros no olfatean nada” y que “con el pasar de las horas se van apagando las esperanzas”. Algunos vecinos dijeron que el hotel posee en el subsuelo una zona bunker construida en cemento armado donde podrían haberse refugiado al menos una parte de los clientes y empleados del hotel.
La Italia central apenínica es de alto riesgo sísmico y desde hace mil años se recuerdan terremotos y temblores. Bajo la corteza terrestre hay una decena de fallas que se están rompiendo. Los sacudones, mezclados con la nieve y el intenso frío, agregan desastre al desastre.
Miles de habitantes que se han refugiado en hoteles del Adriático sufren cada vez más. Desde otras partes de Italia llegan casas de madera para albergarlos en el invierno. El gobierno puso a disposición fondos millonarios. El Ejército maneja cocinas de campaña y hay tropas que arreglan o construyen puentes.
Pero crecen las protestas. Miles de animales mueren de hambre y frío y muchos campesinos se niegan a abandonar sus casas para no abandonarlos. Anoche se restableció parte del servicio de electricidad con técnicos arribados de toda Italia. Unos 300 socorristas seguían buscando con tesón sobrevivientes, que podrían estar sepultados en los restos del hotel Rigopiano. Pero el pesimismo dominaba a todos.